El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que existe un vínculo entre el autismo y el consumo de paracetamol, pese a no presentar evidencia científica. Las declaraciones generaron rechazo de la comunidad médica y de organismos internacionales, que insisten en la seguridad del medicamento y advierten sobre el riesgo de desinformación en salud pública.
Durante una conferencia de prensa en Washington, el presidente Donald Trump sugirió que el uso de acetaminofén (paracetamol), comercializado como Tylenol en Estados Unidos, podría estar relacionado con el aumento de diagnósticos de autismo. El mandatario pidió a embarazadas y madres evitar su consumo, aunque no presentó datos que respaldaran sus afirmaciones.
Trump fue acompañado por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., en un evento cargado de mensajes que evocaron teorías previamente desacreditadas. Entre ellas, la idea de modificar los esquemas de vacunación infantil, lo que incrementó la preocupación de expertos por el impacto que este tipo de declaraciones puede tener en la confianza pública hacia los programas de inmunización y medicamentos esenciales.
Reacciones de la comunidad científica
Especialistas calificaron las afirmaciones como irresponsables. Arthur Caplan, director de ética médica en la Universidad de Nueva York, señaló que estas declaraciones son “peligrosas, anticientíficas y llenas de información errónea”. A su vez, Steven Fleischman, presidente del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, advirtió que el mensaje puede generar miedo injustificado en embarazadas y en padres de niños con autismo.
El autismo, recordaron los expertos, es un trastorno del neurodesarrollo multifactorial, influido por variables genéticas y ambientales, pero no existe evidencia que lo vincule con medicamentos analgésicos de uso común.
OMS y EMA reafirman la seguridad del paracetamol
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Agencia Europea del Medicamento (EMA) respondieron a las declaraciones de Trump reafirmando que no existe evidencia concluyente de una relación entre el uso de paracetamol durante el embarazo y el autismo.
“Las pruebas disponibles no han encontrado ninguna relación entre el uso de paracetamol durante el embarazo y el autismo”, sostuvo la EMA en un comunicado. La OMS, por su parte, recalcó que los estudios disponibles son inconsistentes y que el acetaminofén continúa siendo seguro dentro de las dosis recomendadas, incluso en mujeres embarazadas.
Consecuencias políticas y económicas
Las declaraciones de Trump también tuvieron un efecto inmediato en el mercado. Las acciones de Kenvue Inc., fabricante de Tylenol, cayeron un 7,5 %, lo que representó una pérdida de alrededor de 2.600 millones de dólares en valor de mercado. La farmacéutica respondió con un comunicado en el que aseguró que “la ciencia demuestra claramente que tomar paracetamol no causa autismo”.
El episodio refleja cómo los discursos políticos sin sustento científico pueden impactar tanto en la percepción pública como en la estabilidad de empresas vinculadas a medicamentos esenciales.
Diagnósticos de autismo en aumento
Los expertos señalan que el incremento de diagnósticos de autismo en Estados Unidos en los últimos 25 años responde principalmente a dos factores:
- Ampliación de criterios diagnósticos y mejor comprensión del espectro autista.
- Mayor búsqueda de atención especializada por parte de padres y educadores, lo que ha facilitado la identificación temprana de los casos.
Este contexto contradice las insinuaciones de Trump de que el aumento de casos se debe al consumo de medicamentos comunes o a los esquemas de vacunación infantil.
Riesgo de desinformación en salud pública
Las declaraciones de Trump reavivan la preocupación por la propagación de desinformación en salud, especialmente en temas sensibles como las vacunas, el embarazo y el desarrollo infantil. Durante la pandemia de Covid-19, el expresidente ya había promovido teorías desacreditadas, lo que afectó la confianza pública en las medidas sanitarias.
La comunidad médica insiste en que los mensajes públicos deben basarse en evidencia científica, especialmente cuando provienen de líderes de alto perfil, para evitar consecuencias negativas en la salud individual y colectiva.