PUBLICADO: septiembre 24, 2025 | 2:46 pm

Seguridad del paciente infantil: un desafío que exige acción inmediata en hospitales y clínicas

La seguridad del paciente infantil exige acción inmediata: hospitales y familias deben prevenir errores médicos y daños evitables.
Seguridad del paciente infantil un desafío que exige acción inmediata en hospitales y clínicas

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La seguridad del paciente infantil se ha convertido en uno de los grandes retos para los sistemas de salud en todo el mundo. Aunque existen protocolos internacionales y nacionales para prevenir errores médicos, infecciones hospitalarias y fallos en la atención, la realidad muestra que los niños siguen siendo los pacientes más expuestos a eventos adversos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que los recién nacidos y menores requieren cuidados diferenciados, con protocolos adaptados a su edad, peso y condición clínica. Sin embargo, en muchos hospitales persiste la brecha entre lo que está escrito en las normas y lo que realmente ocurre en la práctica diaria. Reducir los daños evitables en pediatría no es solo una responsabilidad médica implica el compromiso de instituciones, profesionales y familias para garantizar que cada niño reciba una atención segura desde el inicio de su vida.

Infancias en riesgo: la deuda pendiente del sistema de salud

Los niños continúan siendo los pacientes más expuestos a fallos en la atención. Una dosis mal calculada, una infección adquirida en el hospital o un monitoreo tardío pueden derivar en daños irreversibles.

Especialistas advierten que el problema no es desconocido, las causas de daño en pediatría están ampliamente documentadas. Sin embargo, los hospitales aún muestran vacíos en su implementación de medidas preventivas. El mensaje es claro se sabe qué hacer, pero no siempre se hace.

“Los niños no son adultos pequeños”

La OMS insiste en una idea clave los niños requieren un abordaje diferenciado. No basta con replicar los protocolos diseñados para adultos; cada paciente infantil necesita atención adaptada a su edad, peso, etapa de desarrollo y contexto clínico.

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En este punto, la crítica es directa el sector salud todavía arrastra prácticas generalistas que ignoran la complejidad de la atención pediátrica. Y en esa brecha se multiplican los eventos adversos.

Acciones esenciales: de la norma a la práctica

En México se establecieron ocho acciones obligatorias para garantizar la seguridad del paciente, identificación correcta, comunicación efectiva, seguridad en la medicación y procedimientos, reducción de infecciones, prevención de caídas, registro de eventos adversos y cultura institucional de seguridad.

La normativa es sólida. El problema radica en que, en muchos hospitales, los protocolos quedan archivados en manuales o auditorías, sin impacto real en la práctica clínica diaria. La brecha entre “lo que está escrito” y “lo que sucede en la cama del paciente” sigue siendo la principal debilidad del sistema.

Un sistema que aún falla en lo básico

Los errores en la medicación pediátrica se mantienen como una de las principales causas de daño. La complejidad de calcular dosis ajustadas a peso y edad convierte este proceso en un punto crítico.

A esto se suman infecciones asociadas a la atención que podrían prevenirse con medidas de control más estrictas, y fallos en el monitoreo clínico, donde la falta de respuesta rápida frente a un deterioro del niño se traduce en complicaciones graves.

La evidencia muestra que estos problemas no son excepcionales, son recurrentes. Y cada evento adverso representa un recordatorio de que la seguridad no puede ser una opción, debe ser la regla.

Familias como vigías de la seguridad

La OMS y los programas nacionales coinciden en un punto clave la seguridad infantil no depende solo del personal de salud. Padres y tutores juegan un rol decisivo al vigilar, preguntar y exigir condiciones seguras de atención.

Su participación activa en la detección de signos de alarma, en la adherencia a tratamientos y en la denuncia de irregularidades es un factor que puede marcar la diferencia. En algunos hospitales, las familias ya son incluidas en comités de seguridad; una práctica que, de extenderse, reforzaría los sistemas de protección al paciente.

Cultura de seguridad: un cambio que aún no despega

Los gestores hospitalarios reconocen que todavía persiste un problema cultural. Muchos profesionales perciben la seguridad del paciente como una carga administrativa y no como el eje central de la calidad.

Sin embargo, la evidencia internacional muestra que los hospitales que logran instaurar una cultura de seguridad reducen de manera significativa las tasas de eventos adversos. El cambio cultural, más que la tecnología o las normas, es lo que realmente garantiza un entorno seguro para los niños.

Seguridad infantil: un compromiso que no admite demoras

La protección de los niños frente a daños evitables en los servicios de salud no puede esperar. La seguridad del paciente debe asumirse como un eje estratégico de hospitales, clínicas y políticas públicas, con impacto directo en la confianza de las familias y en la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. No se trata de declaraciones simbólicas ni de manuales archivados, sino de acciones concretas que prevengan errores y salven vidas. El desafío está en transformar la seguridad en una práctica cotidiana, visible y medible, capaz de garantizar que cada niño, en cualquier entorno de atención, reciba cuidados seguros desde el primer día de vida.

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