En el marco del Día Mundial del Corazón 2025, la Sociedad Mexicana de Cardiología y el Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” alertaron sobre la gravedad de la situación que enfrenta el país en materia cardiovascular.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2024 se registraron más de 192,000 muertes por enfermedades del corazón, consolidándolas como la principal causa de mortalidad en México.
El crecimiento de la carga cardiovascular ha sido sostenido. En tan solo una década, los fallecimientos aumentaron cerca del 80%, pasando de 107,000 muertes en 2014 a 192,000 en 2024.
El fenómeno no es exclusivo de México. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares causan 19.8 millones de muertes cada año en el mundo, lo que equivale al 32% del total de decesos. En otras palabras, 1 de cada 3 muertes está relacionada con problemas cardíacos.
Hipertensión arterial: la “asesina silenciosa”
Uno de los principales factores detrás de esta crisis es la hipertensión arterial, responsable de un número creciente de complicaciones cardiovasculares.
El doctor Antonio Jordán Ríos, especialista en insuficiencia cardiaca del Instituto Nacional de Cardiología, advirtió que la enfermedad afecta a más de 40 millones de mexicanos, pero “alrededor del 50 al 70% de quienes la padecen desconocen su diagnóstico”.
El subregistro es crítico: incluso entre los diagnosticados, solo un tercio logra un adecuado control de su presión arterial. El doctor Mauricio López Meneses, secretario de la Sociedad Mexicana de Cardiología, explicó que mejorar este panorama tendría un impacto global:
“Si logramos duplicar el número de personas tratadas por hipertensión arterial, podríamos salvar hasta 130 millones de vidas en los próximos 35 años en el mundo”.
Obesidad: detonante de la crisis cardiovascular
Otro de los pilares de esta epidemia es la obesidad, que afecta a más del 75% de la población mexicana entre sobrepeso y obesidad, según la ENSANUT 2022.
El doctor Enrique Alexander Berrios Bárcenas, jefe de Consulta Externa del Instituto Nacional de Cardiología, explicó que la obesidad es un detonante clave del Síndrome Cardio Reno Metabólico, un trastorno interconectado que genera daño irreversible en corazón, riñones y metabolismo.
Se estima que este síndrome contribuye a más del 60% de los casos de enfermedad cardiovascular en adultos con exceso de peso.
La situación es aún más preocupante en niños y adolescentes: 38.2% de los niños de 5 a 11 años y 43.8% de los adolescentes de 12 a 19 años viven con sobrepeso u obesidad. Esta tendencia anticipa un futuro de mayor carga cardiovascular en generaciones jóvenes.
Mujeres: población especialmente vulnerable
Aunque las enfermedades cardiovasculares afectan a toda la población, la carga sobre las mujeres es particularmente grave.
La doctora Jennifer Ann Swain Saint Martín, coordinadora del Capítulo de Cardiopatía en la Mujer, resaltó que una de cada tres mujeres muere por enfermedad cardiaca, una cifra 13 veces más letal que el cáncer de mama.
Factores como la menopausia, la diabetes gestacional y la preeclampsia duplican o incluso cuadruplican el riesgo de enfermedad cardíaca a largo plazo, lo que exige políticas específicas de prevención y atención diferenciada por género.
Expertos enfatizaron sobre la necesidad de un abordaje integral:
“Ocho de cada diez muertes por enfermedades cardiovasculares ocurren en países de ingresos bajos y medios como México. Es indispensable implementar políticas públicas que garanticen acceso equitativo a la salud y promuevan entornos saludables”.
Los especialistas coincidieron en que hasta el 80% de los infartos y eventos vasculares cerebrales son prevenibles mediante la reducción de factores de riesgo:
- Control regular de la presión arterial.
- Dietas balanceadas ricas en frutas, verduras y bajo consumo de ultraprocesados.
- Práctica de al menos 30 minutos diarios de actividad física.
- Abandono del tabaco y consumo moderado o nulo de alcohol.
Obesidad y riesgo cardiovascular: un reto estructural
La American Heart Association advierte que la obesidad infantil y juvenil se asocia con un inicio temprano de enfermedades cardiovasculares, lo que anticipa un incremento sostenido de muertes por cardiopatías en los próximos años si no se toman medidas urgentes.
Expertos como el doctor José Antonio Castañeda, cirujano bariátrico y metabólico, subrayan que la obesidad debe tratarse como un problema estructural de salud pública:
“La obesidad no solo es un tema estético o de autoestima, es una condición que desencadena un efecto dominó de enfermedades que, si no se atienden a tiempo, pueden ser mortales”.
Entre las recomendaciones destacan la regulación de la publicidad de productos ultraprocesados dirigida a niños, el fortalecimiento del etiquetado frontal de alimentos y la generación de espacios seguros para la actividad física.