El uso de medicamentos para bajar de peso antes de la cirugía bariátrica ha registrado un aumento sin precedentes, de acuerdo con un estudio presentado en el Congreso Clínico 2025 del Colegio Americano de Cirujanos (ACS), realizado en Chicago del 4 al 7 de octubre. Los datos muestran que la proporción de pacientes que recibieron al menos una prescripción de agonistas del receptor del péptido 1 similar al glucagón (GLP-1) en el año previo a la cirugía pasó del 1,8 % en 2020 al 29,4 % en 2024, lo que equivale a un incremento de 16 veces.
Este hallazgo refleja la transformación en la atención multidisciplinaria de la obesidad y la diabetes tipo 2, así como la integración de terapias farmacológicas con los procedimientos quirúrgicos. “Estamos entrando en un nuevo mundo de vías de atención multidisciplinarias y en una nueva frontera en el control del peso que es importante que tanto los pacientes como los cirujanos tengan en cuenta”, señaló Patrick J. Sweigert, MD, cirujano bariátrico en el Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio y autor principal del estudio.
Metodología y base de datos analizada de los medicamentos para bajar de peso
El equipo de investigación analizó los registros de casi 365.000 pacientes sometidos a cirugía metabólica y bariátrica primaria entre 2018 y 2024, utilizando la base de datos Epic Cosmos, que integra más de 300 millones de expedientes médicos electrónicos en Estados Unidos.
El objetivo fue identificar los patrones de prescripción de semaglutida (Wegovy, Ozempic) y tirzepatida (Zepbound, Mounjaro), dos de los GLP-1 más recientes en el mercado, tanto en pacientes con diabetes tipo 2 como en aquellos sin diagnóstico de esta enfermedad.
Hallazgos clave del estudio
Los resultados muestran una tendencia marcada hacia la incorporación de medicamentos GLP-1 antes de la cirugía bariátrica:
- La proporción de pacientes con al menos una prescripción de GLP-1 aumentó del 1,8 % en 2020 al 29,4 % en 2024.
- Entre los pacientes sin diabetes tipo 2, el uso preoperatorio creció 11 veces en tres años: del 2,1 % en 2022 al 23,2 % en 2024.
- En pacientes con diabetes tipo 2, la prescripción aumentó cuatro veces: del 11,3 % al 45,2 % en el mismo periodo.
La muestra analizada estuvo compuesta en un 80 % por mujeres, con una edad media de 43 años y un índice de masa corporal (IMC) promedio de 46. Asimismo, el 33 % de los pacientes tenía diagnóstico confirmado de diabetes tipo 2.
Percepción de los pacientes y transición terapéutica
De acuerdo con la Dra. Stefanie C. Rohde, residente de cirugía general en el Centro Médico Wexner y coautora del estudio, los hallazgos muestran un cambio en la percepción de los pacientes candidatos a cirugía bariátrica:
“Si bien antes los pacientes creían que debían elegir entre los agonistas del receptor GLP-1 y la cirugía, ahora vemos que se utilizan ambos. Sabemos que los pacientes pueden usar GLP-1 después de la cirugía bariátrica para intensificar su pérdida de peso. Sin embargo, todo esto es aún muy novedoso en cuanto a cómo tratar eficazmente a los pacientes”.
El estudio resalta la necesidad de contar con guías basadas en evidencia que definan cuándo iniciar, combinar o hacer la transición entre estos enfoques terapéuticos, tanto en la fase preoperatoria como en el seguimiento posquirúrgico.
Limitaciones y retos pendientes
Los investigadores advirtieron que el análisis tiene limitaciones, entre ellas posibles inexactitudes en los registros médicos y la falta de certeza sobre si los pacientes efectivamente surtieron o consumieron los medicamentos recetados.
A pesar de estas limitaciones, el estudio abre una discusión crítica para los sistemas de salud: el equilibrio entre el costo creciente de los medicamentos GLP-1 y su efectividad combinada con la cirugía bariátrica para reducir la obesidad y las comorbilidades asociadas, en particular la diabetes tipo 2.
El incremento del uso de semaglutida y tirzepatida previo a la cirugía refleja no solo una tendencia clínica, sino también un cambio cultural y económico en la forma en que se aborda la obesidad. Para los sistemas de salud y los aseguradores, esto plantea preguntas sobre la costo-efectividad de los tratamientos combinados y la necesidad de desarrollar protocolos estandarizados.
Asimismo, la integración de fármacos de última generación con intervenciones quirúrgicas podría redefinir la práctica clínica y abrir nuevas oportunidades para el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles que impactan directamente en la mortalidad y los costos en salud pública.