PUBLICADO: octubre 7, 2025 | 10:31 am

Salud mental médica en Iberoamérica: la urgencia de cuidar a quienes cuidan

La salud mental médica en Iberoamérica enfrenta una crisis estructural que pone en riesgo la calidad asistencial y la sostenibilidad del sistema sanitario.
Salud mental médica en Iberoamérica la urgencia de cuidar a quienes cuidan

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El deterioro de la salud mental entre los médicos se ha convertido en una emergencia sanitaria silenciosa en Iberoamérica. Ansiedad, depresión, síndrome de burnout y riesgo suicida afectan a un número creciente de profesionales, amenazando no solo su bienestar, sino también la calidad y sostenibilidad de los sistemas de salud.

Así lo advirtieron expertos de México, Portugal, Perú y Chile durante el más reciente encuentro de la Confederación Médica Latino-Iberoamericana y del Caribe (Confemel), celebrado en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC) de España. Las conclusiones fueron categóricas: cuidar la salud mental de los médicos no es una opción, es una obligación institucional, política y ética de los Estados.

Una crisis global con rostro humano

Durante la mesa redonda titulada “La salud mental de los médicos en Iberoamérica”, la Dra. M.ª Isabel Moya, vicepresidenta primera de la OMC, advirtió que “los médicos presentan tasas muy altas de trastornos mentales, mucho más que la población general”, citando un estudio publicado por The Lancet en 2021 que reveló que las médicas tienen un riesgo de suicidio 2,3 veces superior al resto de la población. Según Moya, “los datos son consistentes: la salud mental de los médicos se ha convertido en un problema global prioritario, condicionado fundamentalmente por los factores laborales”.

La experta insistió en que el fenómeno ya no puede ser entendido como un asunto individual o de falta de resiliencia, sino como un problema estructural de los sistemas de salud. “Nuestra hoja de ruta debe ser cuidar al cuidador. Cuidar de los médicos para cuidar de todos”, enfatizó.

Uno de cada tres médicos en el mundo sufre ansiedad o depresión, y hasta un 50% padece síndrome de burnout, una cifra que se eleva al 70% entre los profesionales jóvenes. Los efectos se agudizaron durante la pandemia de COVID-19 y, de acuerdo con los especialistas, “no se han revertido tras la emergencia sanitaria”.

México: una crisis agravada por el desgaste estructural

El Dr. Jaime José Gutiérrez, miembro del Colegio Médico de México A.C., advirtió que “la salud mental del personal médico en México atraviesa una etapa crítica”. Los datos compartidos son contundentes: entre el 30% y el 60% de los médicos presentan burnout, cifra que alcanza el 72% entre residentes; la depresión afecta del 20% al 45% y la ansiedad llega a niveles del 83% en hospitales de tercer nivel. El riesgo de suicidio duplica al de la población general y el consumo de sustancias alcanza el 8%.

Entre los factores de riesgo destacan las jornadas extenuantes, la violencia y el acoso laboral, la ausencia de programas confidenciales, el estigma profesional y la débil implementación de la NOM-035. El Dr. Gutiérrez propuso la creación de observatorios estatales de salud mental, programas confidenciales de atención, auditorías hospitalarias y el uso de herramientas como la telepsiquiatría y la telepsicología.

“La salud mental médica debe incorporarse como un eje de política sanitaria, con estrategias sostenibles que trasciendan los periodos administrativos”, concluyó.

Portugal: hacia el reconocimiento del riesgo profesional

El Dr. Alberto Caldas, vicepresidente de la Región Ibérica de Confemel, explicó que Portugal atraviesa una situación crítica, con altas tasas de agotamiento, acoso laboral y depresión entre los médicos, tanto en atención primaria como hospitalaria. Su organización impulsa una iniciativa para que la profesión médica sea reconocida legalmente como una profesión de riesgo, lo que permitiría asignar recursos específicos y establecer políticas de prevención y acompañamiento.

Además, han creado una base de datos nacional donde los profesionales pueden registrar casos de acoso, violencia o problemas de salud mental.

“No se trata de exigir más resiliencia, sino de invertir en estrategias que protejan a los médicos y fortalezcan los factores de protección”, afirmó Caldas. También destacó la necesidad de abordar la discriminación hacia las mujeres médicas embarazadas, quienes enfrentan exclusión y rechazo en algunos espacios laborales.

Perú: la carga comienza desde la formación médica

Por su parte, el Dr. Pedro Riega, decano del Colegio Médico del Perú, señaló que los problemas de salud mental se manifiestan incluso desde los primeros años de formación. Citó un estudio liderado por el Dr. Alberto Perales, según el cual el 11,8 % de los estudiantes de medicina en Perú han intentado suicidarse, con una incidencia mayor entre las mujeres.

“No estamos frente a un fenómeno que surge en la práctica profesional, sino ante un patrón que se arrastra desde la etapa universitaria”, explicó.

En respuesta, el Colegio Médico del Perú ha implementado un programa integral de atención al médico, que incluye acompañamiento psicológico, defensa legal y capacitación continua. Este modelo busca acompañar al profesional desde el inicio de su carrera hasta la jubilación, etapa en la que se observa una creciente necesidad de apoyo emocional y social.

Chile: precariedad laboral y cultura del sacrificio

El Dr. Mauricio Osorio, vicepresidente del Colegio Médico de Chile, expuso que la salud mental de los médicos chilenos es “crítica para la seguridad del paciente y la sostenibilidad del sistema”. El país comparte los mismos desafíos regionales: sobrecarga asistencial, múltiples contratos, falta de descanso, desigualdades territoriales y exposición a violencia. Sin embargo, añadió que existen factores culturales que agravan el problema: la cultura del sacrificio profesional, el estigma social hacia la salud mental y la falta de formación en autocuidado.

“En Chile existen iniciativas locales en universidades y hospitales, como tutorías y programas de apoyo psicológico, pero no contamos con una estrategia nacional. Este es un problema que requiere abordaje integral: prevención, apoyo confidencial, regulación laboral y cambio cultural”, concluyó Osorio.

Estrategias integrales: caminos hacia la solución

Los expertos coincidieron en que enfrentar la crisis de salud mental médica requiere un enfoque regional y multidimensional. Entre las estrategias más relevantes destacan la creación de observatorios nacionales de salud mental, la implementación de programas confidenciales de apoyo, la regulación efectiva del tiempo laboral, la formación continua en liderazgo humano y la investigación comparativa entre países.

Declarar la profesión médica como una profesión de riesgo como ya se propone en Portugal permitiría reconocer su vulnerabilidad y asignar recursos específicos. Asimismo, urge fortalecer la aplicación de normativas como la NOM-035 en México y los marcos laborales en Chile y Perú, garantizando auditorías y sanciones ante incumplimientos. La educación médica debe incluir desde el pregrado formación en autocuidado, gestión emocional y cultura de apoyo entre pares.

Reducir las jornadas, limitar las guardias excesivas, garantizar descansos adecuados y establecer sistemas de detección temprana de burnout o depresión son medidas inmediatas para reducir el desgaste crónico. Además, las políticas de equidad de género deben asegurar la protección de las médicas gestantes y eliminar prácticas discriminatorias. Finalmente, la investigación regional coordinada permitirá generar evidencia robusta para diseñar políticas públicas y hospitalarias basadas en datos comparables.

Sin médicos sanos, no hay sistema de salud sostenible

El foro de Confemel dejó claro que la salud mental médica en Iberoamérica no puede seguir siendo una conversación de pasillos. Los datos, los testimonios y las experiencias coinciden en una verdad ineludible: el bienestar de los médicos es un pilar esencial para la calidad asistencial y la seguridad del paciente. Ignorar esta realidad no solo pone en riesgo la vida de quienes cuidan, sino también la estabilidad de todo el sistema sanitario.

Como lo resumió la Dra. Moya, “la hoja de ruta de la profesión médica debe ser cuidar al cuidador para cuidar a todos”. En un contexto de postpandemia, precariedad laboral y violencia institucional, Iberoamérica enfrenta un punto de inflexión histórico: o se implementan políticas efectivas y sostenibles que protejan la salud mental del personal médico, o se perpetuará una crisis silenciosa que erosiona la vocación y el futuro de la atención sanitaria.

Cuidar al cuidador no es un gesto simbólico: es una inversión estructural en la sostenibilidad del sistema de salud. Sin médicos sanos, no hay salud posible.

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