La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado una advertencia global sin precedentes: los trastornos neurológicos se han convertido en la principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo, con más de 11 millones de fallecimientos anuales y más de 3.000 millones de personas afectadas. A pesar de esta realidad, menos de un tercio de los países cuenta con una política nacional para enfrentar la crisis neurológica. El primer Informe Mundial sobre la Situación de la Neurología 2025 advierte sobre la desigual distribución de neurólogos, la falta de financiamiento y la urgencia de integrar la salud cerebral en los sistemas sanitarios, especialmente en los países de ingresos medios como México.
Una epidemia silenciosa: más del 40% de la población mundial padece algún trastorno neurológico
El informe de la OMS, publicado el 14 de octubre de 2025, revela que el 40% de la población mundial vive con al menos una afección neurológica. Entre las diez que más contribuyen a la mortalidad y la discapacidad destacan el accidente cerebrovascular, la encefalopatía neonatal, la migraña, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, la neuropatía diabética, la meningitis, la epilepsia idiopática, las complicaciones neurológicas del parto prematuro, los trastornos del espectro autista y los cánceres del sistema nervioso.
La magnitud del problema es alarmante: más de 11 millones de personas mueren cada año por causas neurológicas, y se estima que más de 3.000 millones viven con algún grado de discapacidad o deterioro asociado. Estas cifras superan, en algunos contextos, la carga de enfermedad cardiovascular o respiratoria. Sin políticas de prevención y atención temprana, la OMS prevé que los trastornos neurológicos seguirán aumentando en incidencia y severidad durante la próxima década.
El Dr. Jeremy Farrar, Subdirector General de la OMS, advirtió que “más de una de cada tres personas tiene alguna afección que afecta su cerebro, y debemos hacer todo lo posible para mejorar la atención que necesitan”. Según el funcionario, la falta de diagnóstico y tratamiento oportuno genera exclusión social, estigmatización y una carga económica significativa, sobre todo en regiones rurales o con escasez de especialistas.
Desigualdad extrema en el acceso: los países pobres tienen 80 veces menos neurólogos
La brecha global en la disponibilidad de neurólogos es una de las más amplias dentro de la medicina especializada. Según la OMS, los países de renta baja cuentan con una proporción de neurólogos hasta 80 veces inferior a la de los países de altos ingresos. Esta disparidad no solo afecta el acceso a diagnóstico y tratamiento, sino también la investigación y la formación académica en neurociencias.
Apenas 49 países (25%) incluyen los trastornos neurológicos dentro de los paquetes de cobertura sanitaria universal, mientras que solo 63 naciones (32%) poseen una política nacional específica. En América Latina, donde la cobertura pública es heterogénea, la falta de personal y recursos genera demoras prolongadas para acceder a un especialista, tratamientos incompletos y una dependencia creciente de servicios privados.
La OMS también alerta sobre la falta de apoyo a los cuidadores, en su mayoría mujeres. Solo 46 Estados Miembros ofrecen algún tipo de servicio formal de apoyo, y apenas 44 brindan protección jurídica a cuidadores no profesionales, lo que aumenta las brechas de desigualdad y el riesgo de pobreza en los hogares afectados.
Falta de políticas, financiamiento e información: el triple obstáculo de la salud cerebral
El informe evidencia un déficit estructural global. De los 194 Estados Miembros, únicamente 34 (18%) destinan financiación específica a la neurología, lo que impide fortalecer la prevención, la rehabilitación y la investigación en esta disciplina. Además, la falta de sistemas de información epidemiológica sobre enfermedades neurológicas dificulta la planeación basada en evidencia.
En la mayoría de los países, los registros sobre epilepsia, Parkinson, demencias o enfermedades raras neurológicas son incompletos o inexistentes. Esta carencia limita la capacidad de los gobiernos para diseñar políticas de salud pública sostenibles y evaluar el impacto de sus intervenciones. La OMS recalca que sin datos sólidos “no puede haber rendición de cuentas ni progreso medible en salud cerebral”.
Asimismo, los sistemas de salud fragmentados y la insuficiente inversión en infraestructura y talento humano contribuyen a la inequidad en el acceso. Mientras que los países de altos ingresos pueden ofrecer atención integral, los de ingresos medios y bajos dependen de la capacidad hospitalaria concentrada en las capitales, con escasa cobertura en zonas rurales o indígenas.
Un llamado a la acción: hoja de ruta global para priorizar la salud cerebral
Frente a este panorama, la OMS impulsa el Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre Epilepsia y Otros Trastornos Neurológicos (IGAP), adoptado en 2022 y con metas al 2031. El documento propone un marco estratégico para reducir la carga neurológica global, fortalecer la atención primaria, promover la salud cerebral durante todo el ciclo de vida y mejorar los sistemas de información y rendición de cuentas.
Las recomendaciones incluyen:
- Integrar la neurología en las políticas nacionales de salud con presupuesto sostenido.
- Ampliar la atención neurológica dentro de la cobertura sanitaria universal.
- Promover la salud cerebral desde la infancia mediante campañas educativas.
- Reforzar los sistemas de datos epidemiológicos y monitoreo continuo.
- Fomentar la formación y retención de neurólogos en regiones desatendidas.
- Involucrar a pacientes y cuidadores en el diseño de políticas públicas inclusivas.
El Dr. Farrar enfatizó que “debemos trabajar juntos para centrar la atención en los pacientes y sus familias, priorizar la salud cerebral y lograr que reciba la inversión que merece”.
América Latina y México: urgencia de incorporar la neurología al sistema de salud pública
En América Latina, la respuesta institucional ante los trastornos neurológicos sigue siendo fragmentaria y con grandes vacíos en la planeación estratégica regional. Aunque algunos países han adoptado resoluciones específicas sobre epilepsia o demencias, pocos han desarrollado políticas nacionales integrales que articulen neurología, salud mental y rehabilitación.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que el accidente cerebrovascular es la segunda causa de muerte en la región, mientras que las demencias ocupan el tercer lugar, con un crecimiento sostenido en adultos mayores.
En México, el panorama refleja una crisis silenciosa: el país cuenta con poco más de 1.800 neurólogos, lo que equivale a un promedio de un especialista por cada 72.000 habitantes, muy por debajo de la media internacional recomendada.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) atiende a más de 150.000 pacientes al año por patologías como epilepsia, Parkinson, esclerosis múltiple y accidente cerebrovascular. No obstante, la demanda supera con creces la capacidad instalada. El propio instituto reconoce que cada año más de 94.000 personas reciben atención de especialidad, lo que evidencia la sobrecarga del sistema público.
Además, México carece de un registro epidemiológico nacional de enfermedades neurológicas, lo que impide dimensionar su prevalencia real. Un esfuerzo pionero fue el Registro Nacional de Epilepsia, desarrollado entre 2021 y 2022 en hospitales públicos, que permitió identificar brechas en diagnóstico y tratamiento.
El gran desafío para México y la región radica en adoptar un enfoque intersectorial que combine prevención, detección temprana, atención clínica y rehabilitación. Incluir la neurología dentro de la cobertura sanitaria universal no solo aliviaría el sufrimiento de millones de pacientes, sino que reduciría los costos sociales y económicos asociados a la discapacidad prolongada.
Para cerrar la brecha territorial, la integración de telemedicina neurológica, inteligencia artificial diagnóstica y educación médica continua son estrategias clave para acercar los servicios a las comunidades rurales. En un contexto donde el acceso presencial a especialistas es limitado, la tecnología y la formación médica representan la vía más efectiva para garantizar una atención equitativa en salud cerebral.
Una emergencia de salud pública que exige acción inmediata
El panorama presentado por la OMS confirma que los trastornos neurológicos ya no son un problema médico aislado, sino una emergencia de salud pública mundial. México y América Latina enfrentan el desafío de pasar de la evidencia a la acción: establecer políticas nacionales, fortalecer la red de especialistas, invertir en infraestructura diagnóstica y garantizar la inclusión de la neurología dentro de la cobertura sanitaria universal. No se trata solo de reducir cifras de mortalidad, sino de preservar la calidad de vida de millones de personas que hoy padecen enfermedades prevenibles o tratables. Cada año sin medidas firmes significa más discapacidad, más desigualdad y un costo humano que el sistema no puede seguir ignorando.