El Alzheimer, responsable de entre el 50% y el 70% de los casos de demencia, es hoy uno de los mayores desafíos globales para los sistemas de salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 55 millones de personas viven con demencia en el mundo, y cada año se suman cerca de 10 millones de nuevos casos. El impacto social y económico es enorme, se calcula que los costos mundiales asociados superan el 1.3 billones de dólares anuales, cifra que continuará creciendo a medida que la población envejezca.
En este contexto, la publicación de una serie especial en la revista médica The Lancet representa un hito. La investigación destaca que por primera vez existen herramientas clínicas capaces de cambiar el curso del Alzheimer: desde biomarcadores sanguíneos de alta precisión, hasta fármacos innovadores que actúan directamente sobre la enfermedad.
p-Tau217: el biomarcador que podría transformar el diagnóstico del Alzheimer
Uno de los hallazgos más relevantes es el biomarcador p-Tau217 en sangre, capaz de detectar con gran exactitud la presencia de patología amiloide en el cerebro incluso antes de que aparezcan los síntomas clínicos. Este avance ofrece ventajas notables frente a métodos tradicionales como las punciones lumbares o las tomografías PET, que son costosos, invasivos y de difícil acceso en la mayoría de los países.
La FDA en Estados Unidos ya aprobó su uso como prueba diagnóstica y expertos aseguran que su escalabilidad permitirá reducir listas de espera en clínicas de memoria, ampliar el acceso al diagnóstico y facilitar intervenciones más tempranas. A futuro, se espera que esta prueba pueda incorporarse incluso en la atención primaria, acercando la detección del Alzheimer a la población general y aligerando la carga sobre los servicios especializados.
Nuevos tratamientos: terapias biológicas que cambian el panorama
El segundo eje de la serie de The Lancet analiza los avances en terapias. Los anticuerpos monoclonales antiamiloide, como lecanemab y donanemab, han demostrado beneficios en pacientes en fases iniciales de la enfermedad, logrando ralentizar el deterioro cognitivo y modificar su progresión.
Estos medicamentos representan la primera evidencia real de que es posible intervenir en los mecanismos biológicos del Alzheimer. Sin embargo, su aplicación está rodeada de retos:
- Requieren infusiones intravenosas periódicas y seguimiento estrecho con resonancias magnéticas.
- Su costo supera los 25 mil dólares anuales por paciente, lo que limita la cobertura universal.
- Solo una minoría de pacientes en fases tempranas son candidatos a este tipo de terapias.
El debate científico sigue abierto. Para algunos investigadores, se trata de un avance histórico que justifica la inversión. Otros consideran que los riesgos y efectos adversos aún superan los beneficios y que los sistemas de salud deben priorizar medidas de mayor alcance poblacional.
México frente al desafío del Alzheimer
En México, la situación refleja la urgencia de estos avances. La Secretaría de Salud estima que el 7.8% de los mayores de 60 años vive con Alzheimer, lo que equivale a más de 1.3 millones de personas con demencia, de las cuales cerca del 70% corresponden a esta enfermedad. A pesar de la magnitud del problema, estudios advierten que hasta 9 de cada 10 casos no son diagnosticados a tiempo, lo que retrasa la atención y reduce la eficacia de los tratamientos disponibles.
La infraestructura sanitaria también enfrenta limitaciones. Existen pocas clínicas de memoria, concentradas en grandes ciudades como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, mientras que en zonas rurales la detección es mínima. En este contexto, la introducción de pruebas como el p-Tau217 podría significar un cambio radical, siempre que se acompañe de inversión en laboratorios certificados, capacitación médica y cobertura pública de las pruebas.
Retos y oportunidades para el sistema de salud en México
El entusiasmo por las nuevas terapias y biomarcadores no debe eclipsar los grandes desafíos que enfrenta México en la atención al Alzheimer. Según el Instituto Nacional de Geriatría (INGER), más del 60 % de los pacientes con demencia en México no recibe un diagnóstico formal, lo que impide iniciar intervenciones oportunas. A ello se suma que la atención de síntomas conductuales y psicológicos como la depresión, la ansiedad o la agitación sigue siendo insuficiente en la mayoría de los servicios públicos.
Para que innovaciones como el biomarcador p-Tau217 o los anticuerpos antiamiloide puedan tener impacto real, el sistema de salud mexicano deberá:
- Asegurar financiamiento sostenible, ya que actualmente el gasto de bolsillo representa más del 40% de los costos en salud asociados a demencia en los hogares mexicanos.
- Capacitar a médicos de primer contacto en la detección temprana de deterioro cognitivo, dado que en gran parte del país el diagnóstico inicial recae en unidades de atención primaria.
- Reducir inequidades territoriales, ya que la mayoría de las clínicas de memoria y neurólogos especializados están concentrados en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, mientras que estados del sur y zonas rurales carecen de infraestructura diagnóstica.
El futuro del Alzheimer: esperanza científica y decisiones urgentes
Los avances descritos por The Lancet marcan un antes y un después en la historia del Alzheimer. Nunca antes la ciencia había estado tan cerca de ofrecer herramientas que permitan diagnosticar la enfermedad de manera temprana y modificar su curso.
Para México, este escenario representa tanto una oportunidad histórica como un desafío mayúsculo. La incorporación del biomarcador p-Tau217 y la eventual cobertura de terapias antiamiloide dependerán de decisiones políticas, inversión en infraestructura y estrategias nacionales que prioricen la equidad.
El futuro del Alzheimer se juega en dos frentes la promesa científica de nuevos diagnósticos, tratamientos y la capacidad de los sistemas de salud para garantizar que esos avances lleguen a todos los pacientes que los necesitan.