México fortalece la prevención del Alzheimer y otras demencias mediante los Protocolos Nacionales de Atención Médica (PRONAM) dirigidos a hipertensión, obesidad y diabetes, tres de los principales factores de riesgo modificables. Con esta estrategia, la Secretaría de Salud busca reducir el impacto de una enfermedad que hoy afecta a más de 1.3 millones de personas en el país y cuya prevalencia podría triplicarse hacia 2050. De acuerdo con evidencia internacional, hasta un 40 % de los casos de demencia pueden prevenirse o retrasarse si se interviene en el primer nivel de atención sobre enfermedades crónicas no transmisibles, lo que convierte a los PRONAM en una herramienta clave para la sostenibilidad del sistema de salud mexicano.
Una epidemia silenciosa con alto impacto en México
El Alzheimer se ha convertido en una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores. En México, más de 1.3 millones de personas viven con algún tipo de demencia, y las proyecciones advierten que para 2050 la cifra alcanzará los 3.5 millones.
Este incremento plantea una presión creciente para las familias y el sistema sanitario. Actualmente, el 85 % de los costos derivados de la atención recaen en los hogares, debido a la limitada cobertura de cuidados de largo plazo y a la falta de un sistema robusto de apoyo social.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que intervenir sobre factores de riesgo modificables puede prevenir o retrasar hasta un 40 % de los casos de demencia. Bajo esa premisa, México apuesta por reforzar la atención primaria a través de protocolos nacionales que estandarizan la prevención y manejo de enfermedades crónicas vinculadas al deterioro cognitivo.
PRONAM: protocolos que cambian el paradigma en salud
Los PRONAM son instrumentos clínicos diseñados para unificar la atención médica y reducir la variabilidad en los diagnósticos y tratamientos. Su enfoque está orientado a la prevención, con especial énfasis en el primer nivel de atención.

Actualmente, existen protocolos específicos para tres factores de riesgo que tienen una relación directa con el Alzheimer:
- Hipertensión arterial: la evidencia demuestra que el control estricto de la presión arterial en etapas medias de la vida disminuye el riesgo de demencia en edades avanzadas.
- Diabetes mellitus: el manejo integral de la glucosa reduce complicaciones vasculares e inflamatorias que aceleran el deterioro cognitivo.
- Obesidad y síndrome metabólico: su control evita la resistencia a la insulina y el estrés metabólico que favorecen el daño cerebral.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, estos protocolos buscan transformar el modelo de atención: dejar atrás una medicina centrada en lo curativo y colocar la prevención como eje rector para reducir la carga futura de las demencias.
Autoridades y expertos respaldan la estrategia
La secretaria del Consejo de Salubridad General, Patricia Clark Peralta, afirmó que los PRONAM aplicados a hipertensión, obesidad y diabetes representan “una oportunidad clave para frenar el avance del Alzheimer en una población mexicana que envejece aceleradamente”.
Por su parte, Alejandra Alegría Arrieta, titular de la Unidad Coordinadora de Vinculación y Participación Social, subrayó que sensibilizar a tomadores de decisiones y a la sociedad sobre diagnóstico oportuno y acompañamiento familiar es indispensable para enfrentar el reto de las demencias.
La directora de la CCINSHAE, Marta Zapata Tarrés, advirtió que el país necesita fortalecer una medicina más humana y ética, donde la prevención y el cuidado integral estén al centro de la política pública.
Desde el ámbito legislativo, el senador José Manuel Cruz Castellanos, presidente de la Comisión de Salud, reiteró el compromiso del Congreso de respaldar acciones que garanticen mayor calidad de vida a los pacientes con Alzheimer y sus familias.


El reto demográfico y los costos sociales
La prevalencia de demencia en adultos mayores de 60 años se ubica en 7.9%, con mayor incidencia en mujeres. En estudios recientes, como el SADEM, se ha documentado que el deterioro cognitivo representa una de las principales causas de dependencia funcional en la vejez.
El impacto económico es igualmente preocupante. El costo de los cuidados informales, que recae principalmente en mujeres de la familia, representa un gasto oculto no contabilizado por el sistema de salud. Sin medidas de prevención efectivas, los expertos advierten que este escenario se volverá insostenible en las próximas décadas.
Desafíos de la implementación de los PRONAM
Si bien los PRONAM ofrecen un marco clínico sólido, existen barreras estructurales que pueden limitar su efectividad:
- Falta de capacitación del personal de primer nivel para identificar tempranamente deterioro cognitivo.
- Fragmentación del sistema de salud, que impide una aplicación homogénea entre instituciones públicas y privadas.
- Carencia de rutas claras de referencia hacia servicios especializados de neurología o geriatría.
- Desigualdades geográficas, con comunidades rurales que tienen menor acceso a programas de prevención.
- Escasez de financiamiento específico, que dificulta la sostenibilidad de los protocolos a largo plazo.
Perspectivas: una política de salud con enfoque integral
Expertos coinciden en que el fortalecimiento de los PRONAM es apenas un primer paso. Para consolidar una política efectiva contra el Alzheimer, será necesario:
- Integrar tamizajes cognitivos de rutina en la atención primaria.
- Desarrollar programas de capacitación continua para médicos y enfermeras.
- Establecer rutas de referencia claras y bidireccionales entre niveles de atención.
- Crear indicadores de desempeño que permitan medir la eficacia de los protocolos.
- Garantizar inversión pública suficiente y sostenida en prevención y diagnóstico temprano.
El Alzheimer y la urgencia de fortalecer los PRONAM en México
La implementación de los PRONAM en hipertensión, obesidad y diabetes abre una ventana de oportunidad para que México enfrente con anticipación el creciente desafío del Alzheimer. Más allá de los anuncios oficiales, el verdadero reto será garantizar su aplicación uniforme en todo el país, con personal de salud preparado, financiamiento sostenible y acceso equitativo para la población. De lograrse, estos protocolos podrían marcar la diferencia entre un sistema rebasado por la demencia y un modelo de salud pública capaz de contener uno de los mayores retos sanitarios del siglo XXI.