PUBLICADO: mayo 8, 2025 | 11:49 am

Cáncer de ovario en México: aumento regional, brechas de detección y desafíos para el sistema de salud

Con un incremento del 28.57 % en Nuevo León y más de 900 casos registrados a nivel nacional en lo corrido de 2025, el cáncer de ovario continúa siendo una de las neoplasias ginecológicas más letales en el país. Su diagnóstico tardío y la concentración geográfica de casos plantean retos estructurales para la salud pública.
Cáncer de ovario en México: aumento regional, brechas de detección y desafíos para el sistema de salud

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En el marco del Día Mundial del cáncer de ovario, cabe recordar que no es la neoplasia más frecuente en mujeres, pero sí figura como una de las más letales. De acuerdo con cifras recientes de la Secretaría de Salud, entre enero y abril de 2025 se registraron 945 casos nuevos en México, una disminución del 13.33 % frente al mismo periodo de 2024, cuando se contabilizaron 1,071 casos. Sin embargo, este descenso nacional contrasta con el comportamiento local en estados como Nuevo León, donde se observó un incremento del 28.57 %, al pasar de 14 a 18 casos.

El análisis territorial revela que Jalisco concentra la mayor carga de enfermedad con 347 diagnósticos, es decir, el 36.7 % del total nacional. Le siguen Guanajuato (79 casos), Morelos (67), Veracruz (57), Oaxaca (56) y Chihuahua (30). En conjunto, estas seis entidades suman 636 casos, lo que representa más de dos tercios (67.3 %) de los reportes a nivel nacional. Por el contrario, estados como Nayarit y Zacatecas no reportaron casos en este periodo, lo que podría evidenciar una combinación de baja incidencia o subregistro.

Un diagnóstico tardío, factor determinante en la mortalidad

En el marco del Día Mundial del Cáncer de Ovario, el doctor Carlos Villegas, gineco-oncólogo de TecSalud, advirtió sobre el alto índice de mortalidad asociado a esta enfermedad. “Aunque el cáncer de ovario no es el más frecuente, sí es el más letal entre los cánceres ginecológicos. Cada año se diagnostican cerca de 5.000 casos en México”.

Según el especialista, el 70 % al 80 % de los casos se identifican en etapas avanzadas, lo que limita significativamente las opciones terapéuticas y reduce la supervivencia a cinco años. En contraste, los diagnósticos en etapa temprana, cuando el tumor aún está confinado a los ovarios, pueden tener tasas de supervivencia superiores al 90 %.

Síntomas inespecíficos: un obstáculo para la detección oportuna

Uno de los principales retos del cáncer de ovario es la inespecificidad de sus síntomas iniciales. De acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, las pacientes pueden presentar distensión abdominal, dolor pélvico o abdominal, saciedad temprana al comer, síntomas urinarios frecuentes, fatiga, dolor de espalda, dispareunia, cambios menstruales y pérdida de peso inexplicada.

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Estos signos suelen confundirse con afecciones gastrointestinales o del tracto urinario, lo que contribuye al retraso en la consulta médica. La falta de un programa nacional de tamizaje específico y la escasa conciencia de riesgo en la población femenina agravan aún más el problema.

Perfil epidemiológico: grupos de riesgo y factores asociados

El cáncer de ovario se presenta con mayor frecuencia en mujeres posmenopáusicas, con picos de incidencia entre los 60 y 63 años. Si bien puede afectar a mujeres más jóvenes, su aparición está fuertemente asociada a la edad. Otros factores de riesgo incluyen antecedentes familiares de cáncer de ovario o mama, mutaciones genéticas como BRCA1 y BRCA2, nuliparidad, menarquia temprana, menopausia tardía y uso prolongado de terapia hormonal.

En México, la falta de pruebas genéticas accesibles para la población general y la limitada implementación de estrategias de medicina de precisión constituyen barreras importantes para un abordaje personalizado de la enfermedad.

Urgencia de fortalecer redes de atención especializada

Se subraya la necesidad de que las pacientes con diagnóstico confirmado sean tratadas por equipos multidisciplinarios en centros con experiencia oncológica. Este enfoque no solo mejora la precisión diagnóstica y la selección del tratamiento, sino que también eleva las tasas de sobrevida.

La disparidad en el acceso a servicios especializados entre entidades federativas y zonas rurales representa un desafío estructural para la equidad en salud. Las estrategias de regionalización oncológica, el uso de tecnologías emergentes para diagnóstico temprano y la formación continua del personal de salud deben ser parte de una política integral contra el cáncer de ovario.

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