PUBLICADO: octubre 16, 2025 | 9:19 am

Eje intestino-cerebro: claves del microbioma en los tumores cerebrales de alto grado

Del intestino al cerebro, las bacterias podrían transformar la manera de tratar el cáncer cerebral. El vínculo entre el microbioma y los gliomas sugiere un nuevo horizonte terapéutico donde la modulación microbiana se convierte en aliada de la neurooncología moderna.
Eje intestino-cerebro claves del microbioma en los tumores cerebrales de alto grado

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El avance de la investigación biomédica ha revelado una conexión decisiva entre el microbioma intestinal y los gliomas de alto grado, especialmente el glioblastoma multiforme, uno de los tumores cerebrales más agresivos en adultos. Este vínculo se articula a través del eje intestino-cerebro, una red de comunicación inmunológica y metabólica que regula funciones cerebrales y respuestas tumorales.

Estudios comparativos en humanos y modelos animales han demostrado que los pacientes con glioma presentan alteraciones profundas en su microbiota intestinal, con pérdida de diversidad bacteriana y un desequilibrio en la proporción entre Firmicutes y Bacteroidetes. Además, se observa un incremento del filo Verrucomicrobia y del género Akkermansia, asociado con un microambiente tumoral más tolerante y con menor infiltración inmunitaria.

Esta disbiosis intestinal parece favorecer la creación de un entorno “inmunitariamente frío”, caracterizado por la escasa presencia de linfocitos T citotóxicos y la expansión de células T reguladoras. Dicho entorno limita la eficacia de la inmunoterapia y de la quimioterapia estándar, evidenciando el papel modulador del microbioma en la evolución y el tratamiento del glioma.

La ruta metabólica que conecta intestino, cerebro e inmunidad

La interacción entre el microbioma y el cerebro se sustenta en una compleja red de señales inmunes, endocrinas, nerviosas y metabólicas. Entre ellas, los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), acetato, propionato y butirato, son los mediadores más relevantes. Producidos por bacterias intestinales durante la fermentación de fibra, estos metabolitos influyen en la regulación epigenética de las células inmunes y en la función de la barrera hematoencefálica (BHE).

La reducción de los niveles de AGCC observada en pacientes con glioma altera el metabolismo inmunitario y limita la activación de linfocitos T antitumorales. El butirato, en particular, contribuye a la expansión de células T citotóxicas y mejora la permeabilidad de la BHE, favoreciendo la acción de los fármacos en el tejido tumoral.

Estas observaciones refuerzan la idea de que la composición bacteriana intestinal puede modular el microambiente tumoral cerebral, con implicaciones directas en la respuesta inmunitaria, la progresión del cáncer y la efectividad terapéutica.

¿Cómo influye el microbioma en la respuesta a las terapias contra el glioma?

La composición del microbioma intestinal condiciona la eficacia de los principales tratamientos oncológicos empleados en el glioma. En la quimioterapia con temozolomida (TMZ), por ejemplo, la abundancia de bacterias como Akkermansia y Bifidobacterium se ha correlacionado con una mayor actividad antitumoral, mientras que el uso de antibióticos reduce su efectividad.

La radioterapia, por su parte, altera significativamente la flora intestinal, lo que puede modificar la respuesta inmunitaria sistémica y afectar la sensibilidad tumoral. Aunque el impacto específico en los tumores cerebrales aún no se comprende del todo, los estudios sugieren una interacción recíproca entre la radiación y la ecología microbiana.

La inmunoterapia, especialmente los inhibidores de puntos de control (ICB), ha mostrado resultados limitados en glioma, a diferencia de otros cánceres como el melanoma. Esta diferencia podría explicarse por la menor diversidad bacteriana intestinal en los pacientes con glioma, que restringe la activación de las vías inmunológicas necesarias para una respuesta terapéutica eficaz.

Estrategias de modulación del microbioma: dieta, probióticos y trasplante fecal

La modulación terapéutica del microbioma intestinal se perfila como una herramienta emergente para potenciar los tratamientos convencionales en neurooncología. Las líneas más prometedoras incluyen intervenciones dietéticas, probióticos específicos y trasplantes de microbiota fecal (TMF).

Las dietas altas en fibra favorecen la producción de AGCC y podrían potenciar la inmunoterapia, mientras que las dietas cetogénicas, aunque seguras, han mostrado efectos limitados sobre la supervivencia. En contraste, los regímenes altos en grasas se asocian con una progresión tumoral más agresiva.

El TMF, ya exitoso en el tratamiento de melanomas resistentes a inmunoterapia, ha demostrado en modelos de glioma que la microbiota de ciertos donantes puede determinar la eficacia de la terapia anti-PD-1. Esto abre la posibilidad de emplear microbiota de supervivientes a largo plazo de glioblastoma como fuente terapéutica experimental.

Asimismo, los probióticos multicepa —como combinaciones de Lactobacillus plantarum y Bifidobacterium lactis— han mostrado reducir el volumen tumoral y prolongar la supervivencia en animales de laboratorio, principalmente mediante la inhibición de la vía PI3K/AKT y la activación de mecanismos inmunitarios antitumorales.

¿Qué papel jugará el microbioma en la medicina personalizada del futuro?

El estudio del microbioma intestinal abre una nueva etapa en la medicina de precisión oncológica. El análisis del perfil bacteriano individual podría convertirse en un biomarcador predictivo de respuesta terapéutica, facilitando la personalización de tratamientos según la composición microbiana del paciente.

Esta visión integradora propone combinar la información genómica del tumor con la caracterización del microbioma y el fenotipo inmunológico, para diseñar terapias adaptativas que aumenten la eficacia y reduzcan la toxicidad. Sin embargo, su implementación clínica requiere protocolos estandarizados de muestreo, secuenciación y análisis del microbioma, junto con ensayos clínicos controlados que validen su impacto real en los resultados oncológicos.

De consolidarse esta línea de investigación, la manipulación del microbioma podría pasar de ser una herramienta experimental a convertirse en un coadyuvante esencial de los tratamientos neurooncológicos del siglo XXI.

El microbioma como nuevo aliado en la lucha contra el glioma

El microbioma intestinal emerge como un modulador determinante en la biología, progresión y respuesta terapéutica del glioma. Su capacidad para influir en la inmunidad, la integridad cerebral y la eficacia farmacológica convierte su estudio en un eje estratégico de la medicina traslacional.

Integrar el análisis del microbioma en los protocolos clínicos permitirá avanzar hacia una neurooncología personalizada, donde la manipulación de bacterias intestinales sea tan importante como la genética tumoral. En este contexto, el eje intestino-cerebro deja de ser un concepto teórico para convertirse en un nuevo territorio terapéutico con implicaciones directas para la supervivencia y calidad de vida de los pacientes.

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