PUBLICADO: septiembre 18, 2025 | 10:29 am

La financiación global en salud cae un 21% en 2025 y pone en riesgo avances históricos

Un desplome del 21% en la financiación internacional para la salud en 2025 amenaza con frenar la lucha contra el VIH, la malaria y la vacunación infantil, advierte el IHME.
La financiación global en salud cae un 21% en 2025 y pone en riesgo avances históricos

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El financiamiento internacional destinado a la salud enfrenta un retroceso sin precedentes. Según el más reciente informe “Financing Global Health 2025” del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME), la Ayuda al Desarrollo para la Salud (DAH) cayó un 21% entre 2024 y 2025, pasando de 49.600 millones de dólares a 39.100 millones.

Se trata del mayor recorte en más de 15 años y, según las proyecciones, la tendencia negativa continuará. El IHME estima que para 2030 la DAH caerá a 36.200 millones de dólares, una cifra que representa menos de la mitad del nivel alcanzado en 2021, cuando la cooperación sanitaria mundial llegó a su punto más alto en plena pandemia de COVID-19, con 80.300 millones de dólares.

“Este retroceso amenaza con deshacer décadas de progreso en salud global”, advierte el informe. La reducción en la financiación no solo implica menos recursos para combatir enfermedades como el VIH, la malaria o la tuberculosis, sino también un debilitamiento en la capacidad de los países de bajos ingresos para sostener servicios básicos de salud y responder a emergencias sanitarias.

Estados Unidos lidera los recortes

El informe señala a Estados Unidos como el principal responsable del ajuste, con una reducción de más del 67% en 2025, lo que equivale a un recorte superior a 9.000 millones de dólares. Este giro abrupto supone que, por primera vez, el país deja de ser el mayor financiador individual de la salud global.

Otros países europeos también aplicaron recortes significativos:

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  • Reino Unido: -39% (796,1 millones).
  • Francia: -33% (555,1 millones).
  • Alemania: -12% (304,5 millones).

Entre las principales razones, los donantes mencionan el aumento del gasto en defensa “en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania”, la reasignación de recursos para atender a migrantes y presiones internas sobre la efectividad del gasto internacional.

La decisión de Washington de reducir drásticamente su aporte marca un punto de inflexión, ya que durante dos décadas Estados Unidos fue el pilar de los programas globales contra el VIH y la malaria, así como de iniciativas de vacunación masiva en países de bajos ingresos.

Nuevos actores y filantropía toman protagonismo

En medio de la contracción, algunos países decidieron mantener o incrementar modestamente su ayuda. Australia aumentó un 2,6% (18,2 millones de dólares), mientras que Japón subió un 2,2% (30,4 millones de dólares).

Pero la novedad más relevante es el cambio en el liderazgo de la financiación: por primera vez, la Fundación Bill & Melinda Gates superó al gobierno de Estados Unidos como el mayor financiador individual de la DAH. La filantropía privada, encabezada por Gates, se mantuvo estable entre 2024 y 2025, contrastando con los recortes de los donantes tradicionales.

El informe también resalta el papel de actores multilaterales como el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regional, cuya financiación se mantuvo “relativamente estable”, en parte porque proviene de compromisos a largo plazo y reembolsos de deuda.

Asimismo, algunos gobiernos han asumido nuevos compromisos: Noruega fue el primero en prometer recursos para el Fondo Mundial, seguido de España y Luxemburgo, que anunciaron aumentos. En un giro geopolítico significativo, China comprometió 500 millones de dólares adicionales a la OMS, en respuesta a la retirada de Estados Unidos.

África subsahariana, la región más golpeada

Los efectos de la reducción se concentran en África subsahariana, región históricamente dependiente de la cooperación internacional para sostener sus sistemas sanitarios. Según el IHME, la financiación destinada a esta zona cayó un 25% entre 2024 y 2025 (4.600 millones de dólares) y se proyecta una caída adicional del 6,6% hasta 2030.

Países como Malawi, Mozambique, Lesoto y Gambia verán reducciones de entre 14% y 17% en su gasto total en salud. Estas cifras reflejan no solo menos inversión en infraestructura y recursos humanos, sino también la posible interrupción de programas esenciales de vacunación, atención materna y control de enfermedades infecciosas.

El impacto no se limita a los gobiernos. Las ONG internacionales, que históricamente han gestionado una parte importante de los recursos de la cooperación, son las entidades más perjudicadas por la disminución de la financiación, en especial aquellas que dependían del financiamiento de Estados Unidos.

A continuación se encuentran las agencias de Naciones Unidas y la propia OMS, que también sufrirán recortes. El caso de Gavi, la Alianza para las Vacunas, es un ejemplo de esta crisis: en su más reciente ronda de recaudación de fondos, obtuvo 9.000 millones de dólares, muy por debajo de su meta de 11.900 millones, debido en parte a la negativa de Washington de aportar.

Este déficit amenaza los programas de inmunización infantil, que en las últimas dos décadas han sido claves para reducir la mortalidad en la niñez y evitar brotes de enfermedades prevenibles.

Enfermedades prioritarias en riesgo

El IHME advierte que el retroceso en la financiación impactará de forma directa en la lucha contra enfermedades de alta carga en países pobres:

  • VIH/SIDA: la mortalidad se redujo en dos tercios desde 2003, pero la falta de recursos podría revertir estos avances.
  • Malaria y tuberculosis: programas de diagnóstico y tratamiento podrían verse interrumpidos, aumentando los casos en zonas endémicas.
  • Vacunación infantil: la falta de financiamiento en Gavi amenaza con dejar a millones de niños sin inmunización básica.
  • Salud materna e infantil: los recortes dificultarán el acceso a servicios esenciales como la atención prenatal y el parto seguro.

Además, se debilita la capacidad de preparación frente a nuevas pandemias, ya que muchos países dependen de la cooperación internacional para financiar sistemas de vigilancia epidemiológica.

Países de bajos ingresos no podrán cubrir el vacío

El informe es contundente: los países de ingresos bajos y medianos no tienen capacidad para compensar los recortes. En 2025, el gasto en salud en países de altos ingresos fue 299 veces mayor al de los países más pobres.

El gasto promedio por persona en un país de bajos ingresos se situó en apenas 40,29 dólares anuales, una cifra que, según el IHME, permanecerá prácticamente inalterada en los próximos cinco años.

Esto significa que, sin apoyo externo, millones de personas podrían verse obligadas a endeudarse o caer en la pobreza para costear atención médica, mientras que otros simplemente quedarán excluidos de servicios básicos de salud.

La reducción en la ayuda internacional no es un ajuste pasajero, sino un cambio estructural que marcará la próxima década. La combinación de recortes en los países donantes, crisis geopolíticas y prioridades nacionales distintas está redefiniendo el mapa de la cooperación en salud.

El IHME advierte que los efectos podrían sentirse en múltiples frentes: desde el retroceso en la cobertura de vacunación hasta el debilitamiento de la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias.

“El mundo se encuentra en un punto de inflexión: décadas de progreso en salud global están en riesgo de revertirse”, concluye el informe.

Descargue aquí el informe completo:

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