La Secretaría de Salud de Jalisco confirmó un repunte del 15% en los casos de obesidad detectados en 2025: casi 38 mil diagnósticos frente a los 33 mil registrados en el mismo periodo de 2024. El dato, correspondiente a la semana epidemiológica 36, se suma a la alerta internacional de UNICEF que advierte que, por primera vez en la historia, la obesidad supera al bajo peso como principal forma de malnutrición infantil en el planeta. El fenómeno coloca a Jalisco en el centro de un desafío sanitario que amenaza con saturar servicios médicos, elevar los costos de atención y comprometer la salud de las próximas generaciones.
Un repunte que alarma: casi 38 mil casos confirmados en un año
Las cifras oficiales revelan que la obesidad avanza a paso acelerado en Jalisco. En solo doce meses, los registros pasaron de aproximadamente 33 mil a casi 38 mil diagnósticos confirmados, lo que representa un aumento del 15%. El crecimiento no es homogéneo: los especialistas advierten que la enfermedad está presente en todas las edades, pero con mayor impacto en población joven.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), en Jalisco la prevalencia de sobrepeso y obesidad en escolares de 5 a 11 años asciende al 36.2%, en adolescentes de 12 a 19 años alcanza el 40.9%, y en menores de 5 años llega al 12.6%. Estas cifras reflejan que la obesidad no es solo un problema de adultos, sino un fenómeno intergeneracional que amenaza con perpetuarse.
El espejo global: obesidad infantil rebasa al bajo peso
Lo que ocurre en Jalisco no es un caso aislado. El informe global sobre nutrición infantil de UNICEF, publicado en septiembre de 2025, reveló que 188 millones de niños y adolescentes en el mundo tienen obesidad, lo que equivale a uno de cada diez. Desde el año 2000, la prevalencia en el grupo de 5 a 19 años se triplicó, pasando de 3% a 9.4%. En contraste, el bajo peso se redujo de 13% a 9.2%, quedando por primera vez por debajo de la obesidad.
La advertencia es clara: la obesidad infantil ya no es un problema emergente, sino la principal forma de malnutrición en el mundo, y su avance es más rápido en países de ingresos medios, como México.
Consecuencias clínicas y presión sobre el sistema de salud
La obesidad es mucho más que un exceso de peso. Está estrechamente relacionada con enfermedades crónicas que representan las principales causas de muerte en México:
- Diabetes mellitus tipo 2, con alta prevalencia en el país.
- Hipertensión arterial y cardiopatías, responsables de una parte significativa de la mortalidad cardiovascular.
- Cánceres asociados a obesidad, como el de mama, colon y endometrio.
En el plano económico, la obesidad genera costos millonarios. Según estimaciones del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), los gastos derivados de la atención de enfermedades relacionadas con sobrepeso y obesidad representan hasta el 9% del gasto público en salud a nivel nacional. Aunque no hay cálculos específicos para Jalisco en 2025, el aumento de diagnósticos sugiere que la presión financiera sobre el sistema de salud estatal será cada vez mayor.
Factores detrás del aumento: de la comida ultraprocesada al sedentarismo
Diversos factores se combinan para explicar el repunte en Jalisco:
- Entornos alimentarios obesogénicos: el informe de UNICEF Alimentando el negocio señala que los ultraprocesados representan hasta un tercio de la ingesta calórica de adolescentes en México, Chile y Argentina. Su bajo costo, alta disponibilidad y fuerte mercadeo impactan directamente en los patrones de consumo.
- Sedentarismo creciente: menos actividad física, más horas frente a pantallas y escasez de espacios seguros para el ejercicio favorecen el aumento de peso desde edades tempranas.
- Brechas sociales: familias con menos recursos tienen menor acceso a alimentos frescos y nutritivos, mientras que las bebidas azucaradas y la comida rápida se convierten en opciones más asequibles.
- Políticas insuficientes: si bien existen medidas como el impuesto a refrescos y el etiquetado frontal, especialistas consideran que la cobertura y la fiscalización de estas regulaciones son todavía limitadas.
Respuesta institucional: esfuerzos aislados y retos pendientes
La Secretaría de Salud de Jalisco ha impulsado acciones de detección temprana, como los módulos instalados en la Estación Juárez del tren ligero en Guadalajara, donde se realizan mediciones de peso, talla, glucosa y presión arterial. Estas iniciativas buscan acercar los servicios preventivos a la ciudadanía, pero resultan insuficientes frente a la magnitud del problema.
Los retos son múltiples: falta de datos actualizados por municipio, escasa coordinación entre los sectores de salud, educación y urbanismo, y limitaciones de recursos financieros y humanos para programas de prevención y atención clínica.
¿Qué hacer frente a una epidemia que crece?
Expertos y organismos internacionales coinciden en que se requieren medidas inmediatas y sostenidas:
- Fortalecer la regulación: limitar la publicidad de alimentos ultraprocesados dirigida a menores, reforzar el etiquetado frontal y mantener impuestos efectivos a bebidas azucaradas.
- Prevención en escuelas: ampliar programas de nutrición y actividad física, con comedores escolares que garanticen acceso a alimentos saludables.
- Vigilancia epidemiológica: generar datos actualizados y representativos que permitan diseñar políticas focalizadas por región y grupo de edad.
- Atención multidisciplinaria: integrar nutricionistas, psicólogos y médicos especialistas en la primera línea de atención para manejo de obesidad.
- Entornos urbanos saludables: invertir en parques, ciclovías y mercados de alimentos frescos, promoviendo la actividad física y el acceso equitativo a una dieta balanceada.
La obesidad: de dato estadístico a crisis de salud pública
El incremento de la obesidad en Jalisco confirma que el estado enfrenta un problema de salud pública con impacto creciente en todas las edades. Los datos locales, en consonancia con las alertas de UNICEF y la OMS, muestran que la obesidad ha dejado de ser una condición aislada para convertirse en la principal forma de malnutrición, superando incluso al bajo peso infantil.
De mantenerse esta tendencia, el sistema de salud se verá obligado a destinar más recursos a la atención de enfermedades crónicas asociadas, mientras la sociedad pagará el costo en términos de calidad de vida y productividad. El reto inmediato para las autoridades, profesionales de la salud y comunidad es actuar de manera coordinada con políticas efectivas y sostenibles que frenen el avance de una epidemia que ya no puede considerarse silenciosa.



