El Grupo Asesor Estratégico de Expertos en Inmunización (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un nuevo paquete de recomendaciones que reconfigura la agenda global en vacunación. Más allá de la gripe aviar, la atención se concentra en enfermedades persistentes como la poliomielitis, la malaria, la COVID-19 y la tuberculosis, con estrategias que incluyen dosis fraccionadas, esquemas extendidos y desarrollo acelerado de vacunas. Estas medidas se convierten en hoja de ruta para los países de ingresos medios, entre ellos Colombia, que enfrentan el reto de adaptar sus sistemas a un escenario de alta complejidad epidemiológica y financiera.
Poliomielitis: el desafío de las dosis fraccionadas
La poliomielitis continúa siendo una amenaza sanitaria en países con transmisión activa y en regiones donde persisten brotes asociados a poliovirus derivados de la vacuna oral. El SAGE reafirmó la necesidad de mantener esquemas de vacunación de manera sostenida y de incorporar el uso de dosis fraccionadas de la vacuna antipolio inactivada (fIPV) como alternativa costo-eficiente.
El esquema consiste en aplicar un quinto de la dosis estándar por vía intradérmica, lo que permite inmunizar a cinco veces más personas con la misma cantidad de biológico. La evidencia disponible muestra que dos dosis fraccionadas logran una respuesta inmunológica superior frente a una dosis intramuscular completa.
Sin embargo, esta estrategia enfrenta retos operativos. La aplicación intradérmica requiere capacitación específica, dispositivos especializados y cambios regulatorios que no todos los países han implementado. Para América Latina, esta transición implicaría ajustes normativos y refuerzo en la formación del talento humano, pero también una oportunidad de ampliar cobertura en contextos de limitaciones presupuestales.
Malaria: consolidar esquemas de cuatro dosis
En entornos de transmisión moderada a alta, la OMS recomendó reafirmar el esquema de cuatro dosis de la vacuna contra la malaria. La decisión se fundamenta en la evidencia de que tres dosis resultan insuficientes para alcanzar protección sostenida, mientras que la cuarta dosis mejora la inmunidad y puede alinearse con otras intervenciones del segundo año de vida.
El impacto de esta medida trasciende lo clínico. En países africanos y latinoamericanos con transmisión activa, la incorporación de un esquema ampliado obliga a replantear la logística de vacunación, la planificación presupuestal y la coordinación con programas integrados de control vectorial. Para Colombia, donde el malaria sigue siendo endémica en varias regiones, estas recomendaciones representan un llamado a fortalecer la articulación entre programas de inmunización y salud ambiental.
COVID-19: inmunización desigual y necesidad de ajustes
Aunque la incidencia global de COVID-19 ha disminuido en 2024 y 2025, el SAGE advirtió que la cobertura de vacunación anual continúa siendo baja y concentrada en países de altos ingresos. En América Latina, los niveles de inmunización presentan heterogeneidad, con territorios urbanos mejor cubiertos y zonas rurales con acceso limitado.
La OMS resaltó que las vacunas adaptadas a variantes como Ómicron ofrecen una eficacia moderada contra hospitalizaciones y casos graves, pero la protección disminuye a los seis meses. Por ello, recomendó revisar las estrategias nacionales, ajustar calendarios y garantizar un acceso más equitativo a dosis de refuerzo.
En países de ingresos medios, la sostenibilidad de la vacunación contra COVID-19 se enfrenta al dilema de priorizar recursos frente a otras urgencias sanitarias. La integración de este biológico en los programas regulares de inmunización y la negociación con mecanismos multilaterales serán clave para mantener niveles de protección adecuados.
Tuberculosis: el horizonte de nuevas vacunas
La tuberculosis sigue siendo una de las principales causas de mortalidad por enfermedades infecciosas en el mundo. Actualmente, existen 16 vacunas candidatas en desarrollo clínico, cinco de ellas en fase 3, lo que marca un hito en la investigación biomédica. Una de las más avanzadas, la M72/AS01E, podría obtener autorización hacia 2028 si los resultados de los ensayos clínicos confirman su eficacia.
El SAGE también destacó el potencial de las vacunas combinadas, diseñadas para reducir el número de inyecciones en la infancia y mejorar la aceptación en los programas nacionales de inmunización. Esta innovación no solo facilitaría la logística, sino que también ampliaría el impacto en salud pública al reducir la carga operativa en contextos con recursos limitados.
Implicaciones para México y América Latina
La aplicación de estas recomendaciones supone retos importantes para países de ingresos medios como México. Uno de los principales desafíos será normativo, pues se requerirán ajustes regulatorios para autorizar el uso de dosis fraccionadas de IPV y para incorporar nuevas vacunas en el Programa de Vacunación Universal (PVU), uno de los pilares de la salud pública en el país.
En el plano operativo, México deberá reforzar la infraestructura existente: fortalecer las cadenas de frío, ampliar la capacitación del personal en técnicas de vacunación intradérmica y consolidar los sistemas de farmacovigilancia para garantizar la seguridad de nuevas aplicaciones. Estos cambios demandan inversión sostenida y coordinación entre el gobierno federal, los estados y el sistema nacional de salud.
El financiamiento será otro eje crítico. Con un presupuesto de salud presionado por múltiples prioridades, México tendrá que evaluar mecanismos de sostenibilidad y explorar alianzas con organismos multilaterales como Gavi o el Banco Mundial para asegurar el acceso a biológicos estratégicos.
Finalmente, la vigilancia epidemiológica y ambiental será clave. En polio, el monitoreo de aguas residuales seguirá siendo fundamental para detectar circulación viral temprana, mientras que en malaria y tuberculosis se requerirá fortalecer el diagnóstico oportuno y la vigilancia genómica, garantizando una respuesta rápida y efectiva en caso de brotes.
Claves finales para la resiliencia sanitaria
Las recomendaciones del SAGE ponen de relieve que la inmunización sigue siendo el pilar central de la seguridad sanitaria global. Desde la polio hasta la tuberculosis, los países deben anticiparse, planificar y cooperar para sostener los avances logrados en las últimas décadas.
Para México, la adopción de estas medidas no solo representa un reto logístico y financiero, sino también una oportunidad para fortalecer su sistema de salud y consolidar su rol regional en seguridad sanitaria. La vacunación estratégica, la introducción de esquemas fraccionados y la apuesta por nuevas tecnologías inmunológicas no son únicamente decisiones técnicas: son apuestas políticas y sociales que marcarán la capacidad de respuesta frente a las amenazas sanitarias del futuro.