La depresión posparto afecta a miles de mujeres en México, especialmente durante los primeros tres meses después del nacimiento del bebé. Frente a este panorama, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha reforzado la identificación temprana y la atención oportuna a esta condición, que incide negativamente en la calidad de vida de la madre, la vinculación afectiva con el hijo y la estabilidad familiar.
Según el doctor Francisco Paredes Cruz, coordinador de Programas Médicos de la Coordinación de Salud Mental y Adicciones del IMSS, los síntomas más comunes incluyen tristeza persistente, llanto fácil, pérdida de energía, alteraciones del sueño, irritabilidad, disminución del apetito y dificultades para relacionarse con la familia. «Particularmente preocupante es la incapacidad para disfrutar la compañía del bebé, lo que en ocasiones conduce al rechazo de la lactancia o del vínculo afectivo», señaló el especialista.
La sintomatología debe extenderse por más de dos semanas para considerarse un episodio depresivo clínico. En ausencia de tratamiento, esta condición puede evolucionar hacia cuadros más severos, incluyendo aislamiento, ideas autolesivas e incluso alteraciones psicóticas.
➡️ #IMSS diagnostica y brinda atención a mujeres con depresión postparto.
— IMSS (@Tu_IMSS) June 23, 2025
🔗 https://t.co/Bp3Amyy9nB pic.twitter.com/3VBYiZ7iI4
Factores de riesgo y mecanismos de detección en el IMSS
El IMSS ha identificado diversos factores de riesgo asociados a la depresión posparto: antecedentes de trastornos depresivos, falta de apoyo emocional por parte de la pareja o familia, experiencias de violencia, y consumo de sustancias como alcohol o drogas durante el embarazo.
Por ello, desde la atención prenatal en las Unidades de Medicina Familiar (UMF), el personal médico evalúa tanto la salud física como la salud mental de las derechohabientes. El tamizaje sistemático mediante instrumentos clínicos permite detectar síntomas de ansiedad, depresión, trastorno de pánico y otras alteraciones psicoemocionales.
En caso de detectarse señales de alerta —como tristeza profunda, irritabilidad o anhedonia—, el médico familiar inicia intervención inmediata. En cuadros moderados a severos, se realiza una remisión a segundo o tercer nivel de atención en salud mental.
Continuidad del cuidado en el posparto: una visión biopsicosocial
El modelo de atención del IMSS no concluye con el parto. Las consultas subsecuentes al nacimiento del bebé incluyen un monitoreo del estado emocional de la madre, su reincorporación a la vida cotidiana, su dinámica familiar y su eventual retorno al trabajo. Esta visión integral responde al enfoque de salud mental comunitaria y al principio de continuidad del cuidado.
El IMSS también ha fortalecido el acceso a tratamientos psicológicos y psiquiátricos. De acuerdo con el doctor Paredes Cruz, el primer paso suele ser el acompañamiento psicológico; sin embargo, en casos donde los síntomas persisten o se agravan, se recurre a la prescripción de antidepresivos, siempre bajo vigilancia médica especializada y combinados con psicoterapia.
Riesgos del consumo de sustancias y el llamado a fortalecer redes de apoyo
El documento del IMSS también alerta sobre el impacto negativo del consumo de tabaco, alcohol y drogas durante el embarazo. Estos factores no solo aumentan el riesgo de depresión materna, sino que también comprometen el desarrollo del bebé, generando bajo peso al nacer, retrasos metabólicos y problemas en el crecimiento.
Ante este panorama, el especialista hizo un llamado a las mujeres embarazadas y a sus familias: “La salud mental materna es fundamental para el bienestar de la madre, del bebé y de todo su entorno familiar. No hay que minimizar los síntomas emocionales, ni dejar de buscar atención médica oportuna. Las redes de apoyo, en especial la de la pareja, juegan un papel fundamental en el proceso de recuperación”.