Las Vías de Atención Integrada (VAI) comienzan a ganar terreno en México como una de las herramientas más prometedoras para mejorar la calidad y organización de los servicios de salud. A diferencia de las Guías de Práctica Clínica (GPC), que se enfocan en el “qué hacer” desde la evidencia científica, las VAI añaden el “quién, cómo, cuándo y dónde”, integrando procesos organizacionales que permiten reducir retrasos, coordinar equipos y optimizar recursos.
El libro “Vías de Atención Integrada. Fundamentos metodológicos y primeras experiencias en el sistema de salud mexicano”, editado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), presenta las primeras experiencias del país con este modelo. Las pruebas piloto se aplicaron en tres frentes críticos: la salud materno-infantil en Guerrero y Chiapas y la diabetes mellitus tipo 2 en Campeche y Amecameca (Estado de México). Los resultados ofrecen pistas claras para el futuro del sistema de salud, hoy en proceso de transformación con el Modelo de Atención a la Salud para el Bienestar (MAS-Bienestar) y las Rutas de Atención Médica Continua (RAMC).
Del quirófano a la política pública: el origen de las Vías de Atención Integrada
Las VAI tienen una historia que se remonta a la década de 1980, cuando Karen Zander y Kathleen Bower las desarrollaron en el New England Medical Center de Boston, inspiradas en la lógica industrial del “camino crítico”. Desde entonces, su expansión ha sido global, adaptándose a distintos contextos con hasta 84 denominaciones distintas.
En América Latina, los nombres varían según el país: RIAS en Colombia, Líneas de Cuidado en Brasil y, en México, las RAMC, integradas en la reforma de 2022.
Las revisiones Cochrane destacan cuatro rasgos que distinguen a las VAI:
- Incluyen planes de atención multidisciplinarios.
- Traducen las GPC a la realidad local.
- Establecen secuencias y tiempos claros en los procesos.
- Buscan estandarizar la atención en poblaciones específicas.
Doce pasos para cambiar la manera de atender pacientes
La metodología propuesta por el INSP se sintetiza en 12 pasos, que van desde la elección del problema hasta el mantenimiento de la vía. Entre los más relevantes destacan:
- Elegir el problema prioritario con criterios de carga de enfermedad y variabilidad en la práctica clínica.
- Conformar equipos multidisciplinarios, no solo de especialistas, sino también de personal operativo y comunitario.
- Mapear el proceso de atención respondiendo a las preguntas clave: qué, quién, cómo, cuándo y dónde.
- Revisar la evidencia científica y adaptarla al contexto local.
- Diseñar documentos operativos: la Matriz Temporal, la Hoja de Variaciones, la Hoja de Información al paciente y la Encuesta de experiencia.
- Construir indicadores y realizar pilotos, para evaluar impacto y corregir desviaciones.
En palabras simples, las VAI no solo estandarizan tratamientos, sino que también definen la coreografía clínica y organizacional de todo el proceso.
Guerrero: cuando la ruta del embarazo estaba rota
En Chilpancingo, Guerrero, la VAI se diseñó para atender un vacío crítico: las embarazadas con riesgo obstétrico no recibían seguimiento ni en hospitales ni al regresar a los centros de salud.
El equipo implementó innovaciones clave:
- Un instrumento único de atención en visitas domiciliarias, que ordenó el trabajo comunitario.
- Una guía de contenidos para consultas prenatales, basada en evidencia.
- Protocolos claros de referencia hospitalaria y contrarreferencia al primer nivel.
- Inclusión de tamizajes para zika, dengue y depresión en el contexto local.
Los resultados mostraron que, con organización y participación comunitaria, se podía cerrar la brecha de atención en embarazos de alto riesgo.
Chiapas: un hospital enfrenta la mortalidad materna
El Hospital General Dr. Rafael Pascacio Gamboa de Tuxtla Gutiérrez fue escenario de otra experiencia. Con una de las tasas más altas de mortalidad materna del país, el hospital diseñó una VAI para partos eutócicos y cesáreas. El impacto fue inmediato:
- Se eliminó la práctica rutinaria de antibióticos por 7 días tras cesárea.
- Se redujo el uso innecesario de episiotomías y sedación.
- Se consolidaron prácticas recomendadas: contacto piel con piel, lactancia en la primera hora y pinzamiento tardío del cordón.
Además, la VAI integró una Matriz Temporal oficial del hospital, que funciona como checklist clínico y documento de referencia. El caso de Chiapas demostró que incluso en contextos con recursos limitados, la estandarización basada en evidencia puede salvar vidas.
Diabetes tipo 2: coordinar para no perder al paciente
En Campeche y Amecameca, el reto fue distinto: la diabetes mellitus tipo 2, principal problema crónico en México. La VAI buscó acompañar al paciente desde el tamizaje comunitario hasta el control anual. Las innovaciones fueron notables:
- Inclusión de salud mental y sexual en la atención de rutina.
- Protocolos claros para coordinación de laboratorios y reducción de tiempos de espera.
- Definición de tratamientos ajustados a hemoglobina glucosilada.
- Encuestas de experiencia que recogieron la voz del paciente.
El resultado fue un modelo de atención más integral y humanizado, que enfrentó de manera directa la fragmentación típica del primer nivel de atención.
De experiencias locales a política nacional
Las experiencias en Guerrero, Chiapas y Campeche evidencian que las VAI no son solo teoríz; funcionan en la práctica. Al estandarizar procesos, facilitan la coordinación entre niveles de atención, eliminan prácticas innecesarias y promueven un trato más digno para los pacientes.
Por eso, no sorprende que en 2022 se incorporaran al MAS-Bienestar bajo el nombre de Rutas de Atención Médica Continua (RAMC), definidas como “el trayecto que recorre una persona a fin de obtener acciones de la atención médica… a través de los diferentes niveles y sitios de atención”.
Sin embargo, el desafío está en no simplificar las RAMC a algoritmos clínicos rígidos. Su verdadero valor radica en integrar lo clínico con lo organizacional, siempre adaptado al contexto.
México ante un nuevo paradigma de calidad en salud
Las VAI representan un cambio de paradigma en la gestión sanitaria: pasar de la atención fragmentada a un modelo de rutas integradas, planificadas y monitorizadas.
Su éxito depende de tres factores:
- Compromiso político para sostener la implementación a nivel nacional.
- Participación del personal operativo, que es quien hace viable la ruta en la práctica.
- Incorporación de la voz del paciente, elemento esencial para garantizar pertinencia y confianza.
Como advierten los autores, el reto es que las RAMC mantengan el espíritu de las VAI; una herramienta dinámica, basada en evidencia y diseñada para mejorar la experiencia de atención.
Una oportunidad para transformar la atención en México
Las Vías de Atención Integrada se perfilan como una de las apuestas más serias para transformar el sistema de salud mexicano. Sus experiencias piloto ya muestran que es posible disminuir la mortalidad materna, eliminar prácticas médicas nocivas y mejorar el control de enfermedades crónicas.
En un país donde la fragmentación ha sido la regla, las VAI ofrecen una nueva ruta: planificar la calidad antes de que los problemas aparezcan. Si las RAMC logran mantener este espíritu, México podría dar un salto significativo hacia un sistema más eficiente, equitativo y centrado en las personas.
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