PUBLICADO: septiembre 15, 2025 | 10:59 am

México enfrenta un repunte histórico de VIH: más de 12 mil casos en nueve meses encienden las alarmas sanitarias

México registra 12,088 nuevos casos de VIH en nueve meses de 2025, superando todo 2024. Especialistas alertan sobre diagnóstico tardío y desigualdades.
México enfrenta un repunte histórico de VIH más de 12 mil casos en nueve meses encienden las alarmas sanitarias

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México atraviesa un momento crítico en su lucha contra el VIH. Entre enero y septiembre de 2025 se confirmaron 12,088 nuevos contagios, cifra que supera el total de diagnósticos de todo 2024, cuando se registraron 12,057 casos. El ritmo de transmisión equivale a casi 500 infecciones semanales, un repunte considerado histórico por especialistas en salud pública que alerta sobre fallas en la detección temprana, desigualdades en la atención y persistencia del estigma social. El Estado de México, Veracruz y Ciudad de México encabezan la lista de entidades más afectadas, pero el aumento se extiende a casi todo el país, lo que obliga a una respuesta sanitaria inmediata y coordinada.

Un panorama epidemiológico en expansión

Las cifras oficiales confirman que la epidemia de VIH se ha acelerado en México durante 2025. Con 12,088 diagnósticos en apenas nueve meses, el país superó la marca de todo el año anterior y enfrenta una curva ascendente que amenaza con cerrar el año con cifras récord.

El Estado de México concentra la mayor carga con 1,542 casos confirmados, seguido por Veracruz, con 1,160, y la Ciudad de México, que acumula 865 diagnósticos. El repunte también es notorio en Quintana Roo (762), Jalisco (664), Baja California (493) y Guanajuato (474). Sin embargo, la alerta no se limita a estas regiones: entidades como Yucatán, Tabasco, Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro, Puebla, Nuevo León, Hidalgo y Guerrero presentan incrementos sostenidos, lo que revela que el fenómeno no es aislado, sino de alcance nacional.

El peso del diagnóstico tardío y la carga oculta

Detrás del repunte de casos hay un problema que se arrastra desde hace años: el diagnóstico tardío. Esta condición se presenta cuando la infección se detecta en fases avanzadas, con un conteo de linfocitos CD4 por debajo de los niveles críticos o cuando ya existen enfermedades oportunistas, lo que limita las posibilidades de tratamiento efectivo.

La evidencia científica es contundente. Un estudio sobre transmisión vertical del VIH en México (2012-2018) encontró que 64% de los menores diagnosticados lo fueron en etapas avanzadas de inmunosupresión. Además, de las aproximadamente 380,000 personas que viven con VIH en el país, una de cada cinco desconoce su estatus serológico, lo que incrementa el riesgo de transmisión inadvertida y limita el impacto de las estrategias de prevención.

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Las consecuencias de esta invisibilidad son graves: aumentan la mortalidad, se elevan los costos de atención debido a terapias más complejas y prolongadas, y se amplifica el riesgo de transmisión comunitaria. El diagnóstico tardío se ha convertido en una carga oculta para el sistema de salud, capaz de minar la sostenibilidad de la respuesta nacional frente al VIH.

Por qué México enfrenta un repunte en los contagios

El repunte actual es el resultado de varios factores que, combinados, han debilitado el control de la epidemia. Uno de ellos es la baja percepción de riesgo en amplios sectores de la población, que minimizan la posibilidad de infección y retrasan la realización de pruebas. A este escenario se suma el estigma social, que sigue siendo una barrera poderosa: muchas personas evitan acudir a servicios de salud por temor a la discriminación en sus entornos laborales, escolares o familiares.

La cobertura desigual de pruebas rápidas y de diagnóstico oportuno agrava la situación. Aunque la Secretaría de Salud ha desplegado campañas de detección, en comunidades rurales y zonas marginadas la oferta es insuficiente, lo que aumenta el número de diagnósticos en etapas avanzadas.

A esto se suman las desigualdades entre entidades federativas. Mientras algunos estados cuentan con infraestructura hospitalaria y programas de seguimiento, otros enfrentan limitaciones serias para garantizar acceso oportuno al tratamiento antirretroviral y al monitoreo de carga viral. La falta de servicios de apoyo psicosocial también compromete la adherencia al tratamiento, un aspecto clave para contener la epidemia.

Retos para la política pública y la práctica clínica

El desafío es enorme y demanda un enfoque integral que combine diagnóstico temprano, acceso garantizado a tratamientos y campañas sostenidas de prevención. La expansión del acceso a pruebas rápidas en servicios comunitarios y de atención primaria debe ser una prioridad, junto con la incorporación de nuevas estrategias como la profilaxis preexposición (PrEP).

El tratamiento antirretroviral universal y oportuno es el segundo pilar. Asegurar que todas las personas diagnosticadas ingresen rápidamente al sistema de atención, mantengan la adherencia y reciban seguimiento clínico continuo resulta crucial para reducir la carga viral y evitar la transmisión.

Las campañas educativas y de sensibilización deben redoblarse con mensajes claros y adaptados a distintos públicos, combatiendo el estigma y normalizando la importancia de hacerse la prueba. Al mismo tiempo, las políticas deben diferenciarse por entidad federativa, atendiendo las particularidades demográficas y epidemiológicas de cada región.

Una alerta epidemiológica que exige acción inmediata

El repunte histórico de VIH en México durante 2025 constituye una alerta epidemiológica que no puede ser ignorada. El país enfrenta la urgencia de fortalecer sus capacidades de detección, tratamiento y prevención para evitar un retroceso en los avances alcanzados en las últimas décadas.

Para los profesionales médicos, administradores de clínicas y autoridades sanitarias, el reto inmediato es cerrar la brecha del diagnóstico tardío mediante el acceso masivo a pruebas rápidas y campañas de sensibilización que reduzcan el estigma. De forma paralela, se requiere asegurar la continuidad en los tratamientos antirretrovirales, reforzar la adherencia y garantizar que la supresión viral sea alcanzada de manera equitativa en todas las regiones.

De no actuar con rapidez y coordinación, México corre el riesgo de enfrentar un escenario de mayor transmisión comunitaria, complicaciones clínicas más severas y costos económicos insostenibles. El repunte de 2025 debe ser entendido no solo como una cifra histórica, sino como una advertencia clara de que la epidemia sigue activa y requiere respuestas inmediatas, integrales y sostenidas.

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