PUBLICADO: mayo 14, 2025 | 9:41 am

Financiamiento récord, obstáculos crecientes: la salud femenina en EE. UU. entre el impulso privado y la incertidumbre política

Mientras la inversión privada en biotecnología para salud femenina alcanza máximos históricos, los recortes en investigación pública y las políticas restrictivas del gobierno federal amenazan con frenar décadas de progreso científico y médico.
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La salud femenina ha comenzado a consolidarse como un campo estratégico para el desarrollo biomédico en Estados Unidos. Según datos recientes de Silicon Valley Bank (SVB), la financiación de capital de riesgo para este sector alcanzó 2.600 millones de dólares en 2024, superando con creces los 1.700 millones invertidos en 2023. Se trata del mayor monto registrado hasta la fecha, reflejando un creciente interés de los inversores por abordar lagunas históricas en el tratamiento y la comprensión de condiciones que afectan exclusiva o desproporcionadamente a las mujeres.

De ese total, el 34 % se destinó a biofarmacia, un cambio significativo frente al enfoque predominante de años anteriores centrado en soluciones tecnológicas tipo “healthtech”. Este giro demuestra una mayor apuesta por el desarrollo de terapias innovadoras, diagnósticos más precisos y una medicina personalizada aplicada a condiciones como la endometriosis, el síndrome de ovario poliquístico y la preeclampsia, patologías comúnmente desatendidas.

“La salud femenina ha seguido creciendo (…) El total del año pasado es el más alto que jamás hayamos visto”, afirmó Raysa Bousleiman, vicepresidenta de SVB especializada en ciencias biológicas.

Más allá de la salud reproductiva

Aunque la atención reproductiva sigue siendo un foco central de las inversiones, se observa un avance hacia otras áreas críticas como la salud materna, la menopausia y las enfermedades crónicas con sesgos de género. Compañías farmacéuticas reconocen cada vez más que más del 60 % de sus ingresos provienen de afecciones que impactan desproporcionadamente a las mujeres, como enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y óseas, según el Instituto de Salud McKinsey.

Uno de los casos emblemáticos de 2024 fue Comanche Bio, que recaudó 75 millones de dólares de inversores como NEA, Atlas Venture y F-Prime Capital, destinados al desarrollo de un tratamiento para la preeclampsia, una complicación hipertensiva del embarazo que pone en riesgo tanto a la madre como al feto.

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Para Bousleiman, esta evolución refleja un cambio cultural: “Con este creciente reconocimiento de cómo las condiciones de salud afectan a las mujeres de manera diferente que a los hombres, se empieza a ampliar el alcance (…) y se presenta un mejor panorama de la salud de las mujeres”.

Incertidumbre en la investigación académica

Pese al dinamismo del sector privado, la investigación pública y académica enfrenta un escenario adverso. La Iniciativa de la Casa Blanca para la Investigación en Salud Femenina, lanzada por el presidente Joe Biden a finales de 2023 con un financiamiento inicial de 113 millones de dólares, corre el riesgo de quedar truncada bajo la administración de Donald Trump.

“Un año no es una inversión dedicada”, advirtió Sabra Klein, profesora de microbiología molecular e inmunología en la Universidad Johns Hopkins, al cuestionar la sostenibilidad de una iniciativa lanzada en el cierre de un mandato presidencial.

El temor se materializó en abril, cuando la administración Trump anunció la cancelación de la financiación a la Iniciativa de Salud de la Mujer, uno de los estudios clínicos más grandes sobre menopausia, osteoporosis y nutrición. Aunque posteriormente se retractó, la incertidumbre presupuestal persiste.

Impactos en DEI y salud trans

Otra fuente de preocupación es la política federal para eliminar programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en la investigación. Si bien los estudios sobre salud transgénero han sido el objetivo principal, estas políticas han comenzado a obstaculizar investigaciones en salud femenina por uso de terminología no alineada con el discurso oficial que reconoce solo dos sexos.

Este entorno ha generado efectos inhibitorios en la financiación pública. Según las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina, solo el 8,8 % de las subvenciones otorgadas por el NIH entre 2013 y 2023 se destinaron a salud femenina. La iniciativa de Biden buscaba corregir ese sesgo histórico.

“No podemos dedicar más del 9 % de nuestro esfuerzo de investigación a cuidar al 51 % de la población; eso es un problema”, alertó la endocrinóloga reproductiva Marcelle Cedars, expresidenta de la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva.

Vulnerabilidad institucional y rezago clínico

La falta de continuidad en políticas públicas tiene consecuencias estructurales. EE. UU. no obligó la inclusión de mujeres en ensayos clínicos hasta 1993, lo que ha dejado una brecha de evidencia difícil de cerrar. Aunque la FDA ha emitido nuevas directrices para promover la diversidad, estas podrían entrar en conflicto con las nuevas políticas ideológicas.

Además, los recortes alcanzan a las agencias reguladoras. Bajo la administración del Secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., miles de empleos han sido eliminados en el HHS y la FDA, afectando la capacidad de asesoría técnica y revisión regulatoria. Aunque se asegura que las funciones críticas se mantendrán, las consecuencias podrían sentirse especialmente en sectores como la salud femenina, donde las innovaciones son más escasas y los tiempos regulatorios son determinantes.

“Cualquier tipo de ralentización o interrupción puede tener un impacto muy duro”, advirtió Sabrina Johnson, CEO de Daré Biosciences.

Un llamado al sector privado: invertir en ciencia temprana

Frente a este panorama, expertos e investigadoras instan al sector privado a asumir un rol más activo en el financiamiento temprano de proyectos científicos en salud femenina. Klein y Cedars coinciden en que, si no se protege y fortalece a la actual generación de investigadores jóvenes, el país podría perder su liderazgo en biotecnología y medicina traslacional.

“Si durante cuatro años se diezma esa fuente de investigadores, se necesitarán décadas para reconstruirla”, advirtió Cedars.

A pesar de la adversidad, algunos inversores están comenzando a apoyar proyectos en fases iniciales, con la convicción de que las brechas históricas en salud femenina representan oportunidades científicas y comerciales sin explotar.

“Es una inversión más arriesgada, pero sin ella perdemos nuestra posición como líderes mundiales en biotecnología y biomedicina”, concluyó Klein.

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