El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reveló en su más reciente informe que 188 millones de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años viven con obesidad en el mundo, lo que representa al 10% de la población infantil. México ocupa un lugar preocupante en este panorama: la dieta infantil está dominada por alimentos ultraprocesados, responsables de gran parte del aumento de casos.
De acuerdo con UNICEF, en México cerca del 40% de las calorías diarias consumidas por menores provienen de productos altos en sal, azúcar y grasas, lo que eleva el riesgo de enfermedades crónicas desde etapas tempranas de la vida. Este fenómeno refleja la transición nutricional que ha dejado atrás la prevalencia del bajo peso para dar paso a la obesidad como el principal desafío de malnutrición.
México entre los países con mayores riesgos
El informe resalta que la obesidad infantil no es un problema exclusivo de países ricos; afecta a casi todas las regiones del mundo. En América Latina, México y Chile destacan con cifras elevadas: este último con un 27% de prevalencia en niños y adolescentes, mientras que México reporta una de las tasas más altas de consumo de ultraprocesados en menores.
UNICEF advierte que la combinación de publicidad dirigida a niños, accesibilidad de comida chatarra y ausencia de entornos saludables está potenciando la crisis. En una encuesta realizada a 64.000 jóvenes de 13 a 24 años en todo el mundo, el 75% reportó haber visto anuncios de bebidas azucaradas y comida rápida en la última semana; México no escapa a esta tendencia, pues la exposición es significativa incluso en contextos escolares y comunitarios.
Riesgos de salud a corto y largo plazo
La obesidad infantil no solo compromete la calidad de vida en la niñez, sino que eleva la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, enfermedades cardiovasculares y cáncer en la adultez.

México, con una población en la que la diabetes ya representa una de las principales causas de mortalidad, enfrenta un reto doble: contener la epidemia en las nuevas generaciones y reducir la carga en el sistema de salud.
Impacto económico de la obesidad en México
UNICEF advierte que, de no tomar medidas inmediatas, la carga económica derivada de la obesidad y el sobrepeso podría ser devastadora para los países de ingresos medios y altos. En México, el costo asociado a estas condiciones ya representa miles de millones de pesos anuales y amenaza con crecer exponencialmente, afectando la sostenibilidad del sistema de salud y la productividad nacional.
Medidas implementadas en México
México ha adoptado políticas pioneras en la región para combatir la obesidad infantil. Entre ellas, la prohibición de venta y distribución de alimentos ultraprocesados en escuelas públicas, una medida que beneficia a más de 34 millones de estudiantes. Además, el etiquetado frontal de advertencia en productos industrializados busca empoderar a las familias en la toma de decisiones alimentarias.
Si bien estas acciones representan avances importantes, los datos de UNICEF muestran que los desafíos persisten y que la regulación debe fortalecerse para transformar de manera estructural los entornos alimentarios en el país.
Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, fue enfática: “La obesidad infantil es una emergencia silenciosa que está creciendo ante nuestros ojos. Necesitamos transformar los entornos alimentarios de forma urgente para que todos los niños, sin importar dónde vivan, tengan acceso a alimentos nutritivos y asequibles”.
La agencia propone una hoja de ruta que incluye:
- Políticas obligatorias de etiquetado, publicidad y fiscalidad de alimentos.
- Prohibición de la venta y promoción de comida chatarra en entornos escolares.
- Campañas de concienciación dirigidas a familias y comunidades.
- Protección de las políticas públicas frente a la interferencia de la industria alimentaria.
- Expansión de programas sociales que garanticen acceso a dietas saludables.
Implicaciones para el sistema de salud mexicano
El informe de UNICEF coloca a México frente a una encrucijada: o se consolidan las políticas públicas que han iniciado un cambio en el entorno alimentario, o el país enfrentará una crisis sanitaria y económica sin precedentes. La obesidad infantil ya no es un problema futuro; es una realidad que está modelando el presente del sistema de salud mexicano.
La prevención, a través de educación, regulación y acceso a alimentos saludables, será clave para reducir la carga de enfermedad y garantizar que las próximas generaciones vivan con mejores condiciones de salud.