Cada 12 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermería, una fecha que rinde homenaje a quienes ejercen uno de los pilares fundamentales de los sistemas de salud. En México, esta profesión enfrenta una realidad compleja marcada por la escasez de personal, brechas en la formación, condiciones laborales desiguales y una urgente necesidad de políticas estructurales para su fortalecimiento.
Déficit estructural: cifras que reflejan una alerta sanitaria silenciosa
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), México cuenta actualmente con 341,647 profesionales de enfermería activos. No obstante, esta cifra se traduce en apenas 4.2 enfermeras por cada 1,000 habitantes, lo cual representa una cobertura deficiente si se compara con el estándar recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere un mínimo de 6 enfermeras por cada 1,000 personas.
El panorama se torna aún más crítico en los niveles de atención primaria, donde solo el 20% del personal de enfermería está presente, a pesar de que es el primer punto de contacto de la población con el sistema sanitario. Esta distribución desigual limita el alcance de políticas de prevención y promoción, afectando especialmente a zonas rurales e indígenas.
Formación académica: avances fragmentados y retos pendientes
La formación académica de las y los enfermeros en México es heterogénea. Según datos de la Dirección General de Profesiones, se estima que el 67% de quienes ejercen la enfermería cuentan con nivel técnico, mientras que solo un 33% posee licenciatura o posgrado. Esto evidencia un sistema formativo que, si bien ha mejorado, aún enfrenta grandes desafíos en cobertura, calidad y articulación con el sistema de salud.
Así mismo, México ofrece programas de técnico en enfermería, licenciatura, especialidades clínicas (como cuidados intensivos o neonatología), maestrías y doctorados. No obstante, estos se concentran en instituciones urbanas, dejando a muchas regiones sin opciones de formación avanzada.
Además, la falta de plazas para internado, prácticas clínicas y educación continua limita la profesionalización. A esto se suma una acreditación desigual entre instituciones públicas y privadas, lo que afecta los estándares de calidad en la atención.
Un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que solo 6 de cada 10 escuelas de enfermería en México cumplen con los estándares esenciales de acreditación para formar recurso humano competente.
Brechas salariales y condiciones laborales desiguales
El salario promedio mensual de las enfermeras técnicas en México ronda los $7,450 MXN, con variaciones regionales significativas: en Campeche puede llegar a $14,300 MXN, mientras que en Oaxaca se reduce a $6,920 MXN, según cifras de Data México.
Esta disparidad también se observa en el índice de informalidad laboral, que afecta al 20.6% de las enfermeras técnicas, lo que implica la ausencia de prestaciones, seguridad social y estabilidad laboral.
Razón por la cual, muchos trabajadores de enfermería enfrentan jornadas extendidas, rotación en turnos nocturnos y exposición continua a riesgos sanitarios sin una compensación adecuada. Durante la pandemia de COVID-19, el personal de enfermería representó uno de los grupos con mayor mortalidad ocupacional, lo cual puso en evidencia su nivel de exposición y vulnerabilidad.
Desigualdades de género: liderazgo invisibilizado
En México, el 87% del personal de enfermería está conformado por mujeres, una tendencia constante en América Latina. Sin embargo, esta mayoría femenina no se traduce en una participación equitativa en espacios de decisión, investigación o liderazgo dentro del sector salud.
Estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han documentado cómo los roles de liderazgo en enfermería son frecuentemente ocupados por varones, a pesar de su menor representación, evidenciando una segregación vertical por género en instituciones médicas y hospitalarias.
También se ha documentado una brecha salarial de hasta un 15% en cargos directivos ocupados por mujeres, incluso con iguales niveles de experiencia y formación.
Iniciativas gubernamentales: avances parciales sin enfoque estructural
La administración federal anunció recientemente la contratación de 21,500 enfermeras y médicos para desplegar el programa de salud “Casa por Casa”, el cual busca censar y brindar atención médica domiciliaria a 13.6 millones de adultos mayores y personas con discapacidad. Este esfuerzo, si bien ambicioso, se enfrenta a obstáculos como la infraestructura deficiente en zonas rurales, la falta de supervisión técnica y la ausencia de incentivos de carrera para retener al talento humano.
Por otro lado, no existen planes nacionales de mediano o largo plazo que prioricen la profesionalización, la digitalización del trabajo de enfermería, o la integración de competencias en salud pública, gestión de riesgos o atención a poblaciones vulnerables.
Crisis global de talento y éxodo profesional
La situación en México se inserta dentro de una crisis global de personal de enfermería. El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) advierte que más del 48% de las asociaciones nacionales reportan un aumento significativo de renuncias, jubilaciones anticipadas y migración hacia otros países con mejores condiciones laborales.
Estados Unidos, Canadá, Alemania y Reino Unido lideran la captación de enfermeras mexicanas, ofreciendo salarios que duplican o triplican los ingresos en México. Esta fuga de talento calificado agrava la fragilidad del sistema nacional y expone la necesidad de un plan de retención urgente, especialmente en entidades con altos niveles de marginación.
Reconocer, invertir y transformar: el triple llamado de la OPS y el CIE
La OPS y el CIE coinciden en tres líneas estratégicas para transformar la enfermería en América Latina y México:
• Invertir en la formación continua con criterios de calidad acreditada.
• Mejorar las condiciones de empleo y desarrollo profesional, incluyendo beneficios, seguridad laboral y liderazgo.
• Articular el trabajo de enfermería con estrategias de salud pública, en especial frente a enfermedades crónicas, envejecimiento poblacional y salud mental.
La enfermería no solo es vital en hospitales; es determinante en campañas de vacunación, atención maternoinfantil, salud comunitaria, respuesta ante emergencias y vigilancia epidemiológica.
Sin enfermería no hay salud
En el Día Internacional de la Enfermería 2025, el llamado es claro: reconocer a las enfermeras y enfermeros como actores estratégicos de los sistemas de salud, no solo como soporte clínico. Garantizar su bienestar, formación, condiciones laborales y liderazgo es indispensable para avanzar hacia un sistema sanitario más justo, eficiente y humano.
No se trata únicamente de homenajes simbólicos, sino de construir una política pública robusta que ubique a la enfermería en el corazón de la transformación de la atención en salud.