En el Día de la Malaria en las Américas 2025, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) insistió en su llamado a los países del continente para garantizar el acceso equitativo al diagnóstico y tratamiento de la malaria, especialmente en comunidades rurales, indígenas y de difícil acceso. Aunque la región ha logrado avances significativos en los últimos años, la enfermedad mantiene transmisión activa en la Amazonía y zonas vulnerables, lo que pone en riesgo las metas de eliminación para 2030.
La malaria: una amenaza persistente en medio del progreso
El director de la OPS, Jarbas Barbosa, enfatizó que la malaria es una enfermedad completamente prevenible y curable, pero que su erradicación depende de la acción coordinada entre gobiernos, sistemas de salud y comunidades. “Cada caso de malaria es prevenible y tratable. Contamos con las herramientas para eliminar la malaria, pero esto solo será posible si los servicios de salud y las comunidades trabajan juntos para que las pruebas y el tratamiento estén disponibles para todos, en todas partes”, subrayó.
En 2024, las Américas registraron más de 537.000 casos de malaria, un aumento del 6 % respecto a 2023. Este repunte fue atribuido a fenómenos como la migración interna, la minería ilegal, los efectos climáticos del fenómeno de El Niño y las limitaciones en la cobertura sanitaria en territorios rurales o afectados por conflictos.
La malaria continúa afectando de manera desproporcionada a los pueblos indígenas, que representan más de un tercio de los casos reportados y casi el 30 % de las muertes asociadas. Las brechas geográficas, sociales y estructurales siguen siendo el mayor obstáculo para lograr la eliminación regional.
Avances regionales: cinco países libres de malaria
A pesar de los desafíos, la OPS destacó los logros alcanzados por varios países del continente. En 2025, Suriname se convirtió en el primer país de la cuenca amazónica en recibir la certificación de eliminación de la malaria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sumándose a Paraguay (2018), Argentina (2019), El Salvador (2021) y Belice (2023).
Estos hitos demuestran que la eliminación es posible con compromiso político sostenido, acción comunitaria organizada y sistemas de vigilancia fortalecidos. Además, países como Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guayana Francesa y México han reportado sus cifras históricamente más bajas de transmisión, mientras que Honduras y Nicaragua lograron reducir los casos de Plasmodium falciparum en 70 % y 52 %, respectivamente.
Sin embargo, la OPS advirtió que estos logros deben ser acompañados de una inversión sostenida en salud pública para evitar la reintroducción del parásito y mantener las coberturas de diagnóstico activo.
La Amazonía y el Pacífico colombiano: los epicentros de la transmisión
Según el informe regional, 15 países y un territorio de las Américas mantienen áreas con transmisión activa de malaria. Tres de ellos concentran el 73 % de los casos totales: Brasil (30 %), Colombia (24 %) y Venezuela (19 %).
La cuenca amazónica continúa siendo la zona más afectada, registrando el 88 % de las infecciones regionales. En Colombia, la costa del Pacífico enfrenta también transmisión persistente debido a la dispersión geográfica de las poblaciones, la movilidad humana y la falta de acceso a servicios básicos.
En países como Bolivia, Perú, Haití y Panamá, el incremento de casos durante 2024 estuvo asociado a condiciones climáticas extremas, actividades extractivas no reguladas y deficiencias en los sistemas locales de vigilancia. La OPS subrayó que sin fortalecer la infraestructura sanitaria en estos territorios, la eliminación total seguirá fuera de alcance.
Agentes comunitarios: la primera línea en la lucha contra la malaria
Una parte esencial de la estrategia regional de la OPS es el fortalecimiento de las redes comunitarias de salud. En miles de comunidades rurales y fronterizas, la detección y el tratamiento de la malaria dependen directamente de colaboradores comunitarios: trabajadores capacitados que viven en las mismas zonas donde circula el parásito.
Estos agentes son, en muchos casos, el único contacto de la población con el sistema de salud.
Gracias a su labor, se han instalado puntos permanentes de diagnóstico y tratamiento, acortando los tiempos de respuesta y reduciendo la mortalidad. La OPS reconoció que su participación ha sido clave para superar barreras geográficas y culturales, así como para fomentar la confianza local en los programas sanitarios.
El modelo comunitario también ha contribuido a fortalecer la vigilancia epidemiológica activa, esencial para detectar nuevos brotes y mantener las cadenas de transmisión bajo control.
Metas 2030: eliminar la malaria y más de 30 enfermedades transmisibles
A través de su Iniciativa para la Eliminación de Enfermedades, la OPS trabaja con los países de la región para acelerar la eliminación de la malaria y más de 30 enfermedades transmisibles antes del año 2030.
Para ello, propone tres líneas de acción fundamentales:
- Ampliar el acceso universal al diagnóstico y tratamiento rápido, integrando servicios locales y comunitarios.
- Fortalecer los sistemas de información y vigilancia epidemiológica, con datos oportunos y verificables.
- Consolidar alianzas nacionales e internacionales que involucren gobiernos, comunidades y socios técnicos bajo liderazgo ministerial.
El éxito, subrayó la OPS, dependerá de la colaboración intersectorial y del financiamiento sostenido, especialmente en países con alta carga de enfermedad y estructuras sanitarias frágiles.



