La reciente decisión del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de cerrar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha generado un gran revuelo, tanto a nivel político como humanitario. Acusada falsamente de ser una organización «criminal», USAID dejó de operar oficialmente tras el decreto de Trump, dejando en suspenso numerosos programas de asistencia económica y humanitaria, así como afectando los contratos de miles de empleados en todo el mundo.
La medida afecta especialmente a países como México, que recibía un importante apoyo en la identificación de personas desaparecidas y en otros programas de desarrollo social y sanitario. En este artículo, se analiza el impacto que esta decisión tiene en las operaciones de USAID, sus empleados y los proyectos globales que beneficiaban a miles de personas.
Cierre de USAID
USAID, la agencia que ha sido fundamental en la planificación y ejecución de programas de ayuda humanitaria ha cerrado sus puertas a raíz de la orden de Trump. Durante años, la agencia estadounidense ha sido una fuente crucial de apoyo para países en situación de vulnerabilidad, destinando miles de millones de dólares para la mejora de la salud pública, la infraestructura y la seguridad en diversas naciones.
En el caso de México, USAID apoyaba anualmente con aproximadamente 230 millones de dólares en más de 250 programas de asistencia, incluidos los relacionados con la identificación forense de personas desaparecidas, un tema crítico en el contexto de los derechos humanos en el país. La agencia estadounidense también tenía un papel destacado en Medio Oriente, donde sus centros sanitarios ayudaban a mejorar las condiciones de vida de poblaciones afectadas por conflictos bélicos.
Suspensión de los contratos y la desestabilización laboral
La decisión de Trump también implicó la suspensión de contratos para los empleados y contratistas de USAID, quienes han sido piezas clave en la ejecución de estos proyectos humanitarios. En un comunicado oficial emitido por la agencia, se anunció que todos los empleados contratados directamente por USAID serían puestos en licencia administrativa, salvo aquellos asignados a funciones críticas y programas específicos.

Este cierre ha dejado a muchos trabajadores sin empleo y ha generado un clima de incertidumbre para aquellos que se encontraban fuera del país, con los costos del regreso cubiertos solo bajo circunstancias excepcionales, como problemas de movilidad, dificultades personales o familiares y situaciones médicas. Esto ha afectado no solo a los empleados de USAID, sino también a los beneficiarios de los programas, quienes dependen de la cooperación internacional para mejorar sus condiciones de vida.
Interrupción de programas globales
La salida de USAID del panorama global también tiene repercusiones profundas en las comunidades que dependían de la ayuda de la agencia para sobrevivir. En varios países en desarrollo, la agencia había establecido programas fundamentales para la salud pública, la educación y el desarrollo económico. A nivel mundial, USAID gestionaba programas de vacunación, de acceso a agua potable, así como también de asistencia a víctimas de desastres naturales, entre otros.
La falta de estos recursos pone en riesgo avances cruciales en la lucha contra enfermedades y en la promoción de la equidad y la inclusión social. Los recursos que la agencia invertía en la formación de personal médico y en la mejora de la infraestructura sanitaria eran vitales para el sostenimiento de sistemas de salud que, de otro modo, no habrían contado con los medios necesarios para enfrentar las crisis de salud pública.
La estrategia de Trump es un retroceso en la diplomacia internacional
El cierre de USAID se alinea con una serie de medidas adoptadas por el expresidente Trump que, según analistas, apuntaban a un enfoque más aislacionista en la política exterior estadounidense. La decisión de cerrar la agencia no solo afecta a la diplomacia estadounidense, sino también a la cooperación internacional en términos de ayuda humanitaria y desarrollo sostenible.
Esta postura ha sido duramente criticada por expertos en relaciones internacionales y derechos humanos, quienes consideran que las políticas de Trump han debilitado los lazos de Estados Unidos con organizaciones internacionales y países en desarrollo, empeorando la situación de miles de personas que dependían de la asistencia externa.